VENEZUELA : El sabotaje contra la industria petrolera nacional
El acontecimiento más relevante y dramático ocurrido durante toda la historia de la industria petrolera venezolana ha sido sin dudas el sabotaje cometido contra PDVSA entre diciembre del año 2002 y enero de 2003.
El lunes 2 de diciembre de 2002, fuerzas de oposición al gobierno de Hugo Chávez iniciaron una acción política llamada “paro cívico nacional” convocado con el fin de derrocar al primer mandatario nacional.
El 4 de diciembre los canales de televisión y radio del país comenzaron a trasmitir la noticia de la paralización de un tanquero de PDV Marina, el Pilín León, en el canal de navegación del Lago de Maracaibo. Las imágenes mostraban cómo la tripulación de ese barco apoyaba y participaba en la acción opositora. El tanquero permaneció fondeado y bajo el control de la tripulación insurrecta durante diecisiete días y se convirtió en la expresión más clara del compromiso de muchos gerentes, empleados y trabajadores de la vieja PDVSA con la acción de protesta que ya se había convertido claramente en acción de sabotaje.
De allí en adelante, dirigentes de los sindicatos petroleros que habían promovido la paralización de la industria, conjuntamente con representantes de Fedecámaras (la cúpula empresarial venezolana) y de la CTV (la principal central sindical de trabajadores del país) aparecían como voceros e instigadores principales de esta acción insurreccional. Tal como había ocurrido durante el golpe de Estado de abril de 2002, la oposición logró la insólita afiliación de la patronal y los trabajadores para cometer nuevamente actos ilegales y vandálicos contra los poderes establecidos en el país, confiando esta vez, y luego del fracaso del golpe político, en que la desestabilización de la principal fuente de ingresos de Venezuela –la industria petrolera-, terminaría por asfixiar al gobierno bolivariano y obligaría a la renuncia del presidente Chávez.
Los sucesos del Pilín León demostraron rápidamente que la estrategia se centraba en lograr la paralización del sector petrolero nacional. Siguieron a la tripulación del Pilín León las de los demás tanqueros de PDV Marina, gerentes y operadores de refinerías, empleados y trabajadores de los campos, profesionales y técnicos de las áreas de informática, contratistas de transporte interno de combustibles y derivados, en resumen, personal de distintas áreas con capacidad real para perturbar seriamente el funcionamiento de la principal industria nacional.
Las acciones del sabotaje petrolero consiguieron restringir, entre otras actividades, la producción de combustibles aeronáuticos, gasolina, gasoil, así como el transporte desde los centros de producción o refinación hacia los centros de suministro comercial. Entre otras afectaciones se pueden enunciar las siguientes:
* La afectación del suministro a la planta de combustible del Aeropuerto Internacional de Maiquetía, con perjuicio para el funcionamiento de líneas aéreas nacionales e internacionales
* Suspensión del suministro de combustible desde las Plantas de Carenero, Guatire y Catia La Mar
* El cierre del 90% de las estaciones de servicio en los Estados Aragua, Guárico, Apure y Carabobo.
* La suspensión total de la actividad en las Plantas de Yagua y de Barquisimeto, ésta última surtidora de los Estados Yaracuy, Lara y Cojedes
* Suspensión de la Planta Guaraguao, con perjuicio para los Estados Anzoátegui, Nueva Esparta y parte de Sucre
* Suspensión de la Planta Maturín, con cierre de las estaciones de servicio de los Estados Monagas, Delta Amacuro y Sucre
* Suspensión de la Planta de San Tomé, con lesión a la actividad de transporte de alimentos y productos industriales de la región
* Mínimo despacho de las Plantas de Puerto Ordaz y Ciudad Bolívar, de la Planta de Bajo Grande surtidora de la costa oriental del Lago de Maracaibo, de la Planta de San Lorenzo, que operó en un 50%, con perjuicio para el suministro de los Estados Zulia, Trujillo y parte de Lara y Falcón
* Suspensión total de actividades de la Planta El Vigía, con afectación de los Estados Mérida, Táchira y Apure.
* La paralización del buque "Pilín León" y de otros 12 tanqueros pertenecientes a la flota de PDV Marina
* La presencia de 11 buques pertenecientes a armadores internacionales fondeados frente a diferentes puertos petroleros del país, lo cual no sólo paraliza el suministro de combustible al mercado interno, sino la venta de crudos y productos para la exportación
* La negativa de seis buques tanqueros de terceros a atracar en muelles de PDVSA por considerar que no existe personal calificado en dichas instalaciones.
* La producción total de crudo disminuyó en un 68%, tendiendo dicho porcentaje a descender aún más debido a la detención de la producción, a las restricciones de almacenamiento, a la paralización de 29 unidades de compresión en el Lago de Maracaibo y al detenimiento de las actividades del Terminal Lacustre de La Salina por abandono del personal
* Paralización total en algunos casos y funcionamiento parcial de las refinerías El Palito, Puerto La Cruz y Paraguaná, así como en las petroquímicas ubicadas en el Tablazo, Morón y José, y casos de personal con hasta 48 horas de trabajo continuo.
Durante diciembre de 2002 y los primeros meses de 2003, el sabotaje petrolero promovido por sectores antinacionales trajo como consecuencia una disminución abrupta de las principales actividades económicas del país y secuelas tanto para la corporación como para la sociedad venezolana. Estudios del Ministerio de Finanzas y el Banco Central de Venezuela señalan los siguientes datos:
El monto de las pérdidas por ventas no realizadas llegó a 14 430 millones de dólares aproximadamente, lo cual motivó una disminución de un monto cercano a 9 998 millones de dólares en la capacidad contributiva de PDVSA y sus filiales al fisco nacional. Esto limitó la capacidad del Ejecutivo Nacional para la ejecución de sus planes y programas.
El Producto Interno Bruto (PIB) del país registró una caída de 15,8 % durante el cuarto trimestre de 2002, y de 24, 9%, durante el primer trimestre de 2003. En el sector petrolero la caída del PIB fue de 25,9% y 39,3% respectivamente.
Se registró igualmente una contracción en los montos de las Reservas Internacionales en Divisas y del Fondo para la Estabilización Macroeconómica, lo cual obligó al Ejecutivo Nacional, conjuntamente con el Banco Central de Venezuela, a dictar las medidas para establecer un sistema de control de cambios, con el fin de atenuar los efectos negativos sobre la economía nacional.
En términos monetarios, se observó un aumento en el efectivo de 26%, una caída de los depósitos bancarios de 8%, aumento 4,5 puntos porcentuales en la tasa activa y una ampliación del margen de tasas de 4,1 puntos porcentuales.
¿Por qué tantos gerentes, ejecutivos y empleados de PDVSA llegaron a adoptar una actitud soboteadora contra su propia corporación? ¿Por qué pusieron en riesgo el futuro de sus lucrativas carreras profesionales, además de propiciar acciones que tanto el costaron al país?
La causa fundamental del conflicto entre gerentes y ejecutivos de PDVSA con el gobierno de Chávez, expresado por una parte al golpe de Estado de abril de 2002 y por otra en el sabotaje petrolero de diciembre de ese año y enero de 2003, fue la reforma petrolera puesta en marcha por el gobierno. Esta nueva política busca corregir la PDVSA que había logrado convertirse prácticamente en un Estado dentro del Estado, y que había escamoteado al pueblo venezolano, utilizando su enorme capacidad y potencial económico, el rendimiento de su riqueza nacional; la vieja PDVSA, corporación estatal, funcionaba en la práctica como una empresa privada, dirigida por una “meritocracia”, término con el cual se conoce a la élite económicamente privilegiada y desconectada de los intereses verdaderamente nacionales que dirigía la Corporación. La vieja PDVSA tenía niveles tan altos de autonomía respecto al Estado venezolano, que era capaz de definir el rumbo de la política petrolera venezolana y emprendía iniciativas propias en las que se priorizaban los intereses de la empresa y se relegaba a segundos niveles los intereses del resto de la sociedad.
También desde los inicios mismos de la industria nacionalizada en 1975 comenzaron las presiones para disminuir la contribución fiscal de la empresa, y este renglón se convirtió en una verdadera “caja negra”.
Bajo el argumento de la necesidad cierta de recuperar niveles satisfactorios de reservas probadas, muy menguadas al momento de la nacionalización, se permitió que PDVSA no pagara dividendos a su único accionista (el Estado) por años. Solo la aguda crisis económica de 1994, causada por la más severa crisis financiera del país en toda su historia, forzó al gobierno de ese momento a reclamar por primera vez el pago de esos dividendos. Diversos mecanismos diseñados y perfeccionados durante el período concesionario para garantizar una adecuada participación del fisco en los ingresos del negocio petrolero fueron desmantelándose. La regalía, por ejemplo, establecida en un sexto como mínimo en la Ley de 1943, pasó a ser un máximo y en algunas asociaciones de la Apertura llegó a fijarse en 1%. Los Valores Fiscales de Exportación, que servían como instrumento de tributación indirecta en momentos de ganancias excesivas por los elevados precios del petróleo en el mercado internacional, fueron, por presión de la corporación, eliminados. Cuantiosas inversiones en el exterior, con muy escaso control por parte del Ejecutivo y con dividendos inexistentes, elevaron los costos en demasía, reduciendo de esta manera el aporte tributario. Todo ello redundó en una significativa merma de la participación fiscal en el negocio petrolero venezolano.
Durante la Apertura, y contrariando toda la experiencia previa, en Venezuela se avanzó hacia un régimen fiscal más liberal donde el concepto de propiedad nacional y soberana del recurso tendió a debilitarse y con ello el derecho del Estado a reclamar parte importante de la renta como justa compensación y derecho natural al ser el accionista principal. Los regímenes fiscales liberales, como el aplicado en este caso, tienden a disminuir la importancia del Estado como propietario y a considerar el recurso natural como libre, sobre el que no hay, o se procura minimizarlos, derechos de compensación por su explotación.
Aunque no siempre de manera abierta, la reforma petrolera en marcha ha ocupado un lugar central de la aguda confrontación política reciente. El golpe de Estado de abril de 2002, con el derrocamiento del gobierno por 48 horas, y el paro petrolero de diciembre 2002 y enero 2003, lo mostró con palmaria nitidez. El gobierno de facto de abril de 2002 no llegó a nombrar su gabinete completo, pero sí fue designado un nuevo presidente de PDVSA, el general Guaicaipuro Lameda, quien había sido removido del mismo cargo en febrero, por oponerse a la Ley de Hidrocarburos recién promulgada; durante las escasas horas que duró el gobierno de facto, esa ley fue derogada por decreto; igualmente, el acuerdo bilateral de suministro de petróleo a Cuba fue suspendido. El golpe de abril de 2002 fue la culminación de un paro cívico en apoyo al conflicto de la gerencia petrolera contra el gobierno y el paralización de la industria llevada a cabo en diciembre–enero de ese mismo año tuvo como objetivo explícito el derrocamiento del Presidente Chávez. Esa acción golpista fue derrotada gracias al esfuerzo de los trabajadores patriotas que se mantuvieron activos, la incorporación de personal jubilado y la movilización de fuerzas militares y sectores populares en defensa de una empresa que consideraron vital para nuestro futuro como nación independiente.
La mayor resistencia al proceso de cambios impulsado por el gobierno nacional actual, hasta enero de 2003, vino de la gerencia de la propia industria. La derrota por ella sufrida ha permitido la reorganización de la nueva PDVSA. Esta reorganización está convirtiéndola, de la más encarnizada opositora a tal proceso de cambios, a su principal aliada. La participación activa de la corporación desde la finalización del paro en los planes de desarrollo en marcha apunta claramente en esa dirección. La actividad petrolera fue medular para la sociedad venezolana durante buena parte del siglo XX y todo parece indicar que lo seguirá siendo a lo largo de este siglo. De allí que la definición de los rumbos y las orientaciones para este vital sector debe ser preocupación de todos.
de la pag: http://www.pdvsa.com
Apoyados por Washington, el intento de los patrones de tomar el poder fue derrotado por las protestas de las masas
El golpe que fracasó
por Bridget Broderick y Martín Sánchez | 19 de abril de 2002
LA MOVILIZACION de los pobres de Venezuela derrotó el golpe de estado apoyado por los EE.UU. y retornó al poder al líder populista Hugo Chávez Frías.
La Consejera de Seguridad Nacional Condoleezza Rice le sermoneó a Chávez acerca de la necesidad de respetar los "procesos constitucionales". Pero los EE.UU. estaba perfectamente feliz de ver a sus alcahuetes en Venezuela derrocar al líder constitucionalmente electo del país. El pueblo venezolano, sin embargo, tenía ideas diferentes.
La crisis que llevó al golpe contra Chávez comenzó el mes pasado con la segunda huelga patronal en cuatro meses. La gerencia de la compañía petrolera del estado, Petróleos de Venezuela (PDVSA), declaró una huelga para protestar los nombramientos de Chávez de sus partidarios a la junta directiva de la compañía.
Los informes noticiosos oscurecieron la distinción entre la gerencia y los trabajadores de oficina por un lado, y los trabajadores de producción de la compañía por el otro, alegando que los "trabajadores del petróleo" se habían ido a la huelga. Pero la gerencia era la fuerza principal implicada.
El 9 de abril, los líderes corruptos de la principal federación sindical de Venezuela, la CTV, instaron a los miembros de las uniones a unirse a los empleados de PDVSA en una huelga general el mismo 9 de abril. La Cámara de Comercio Nacional, Fedecámaras, se unió también. Muchos negocios cerraron sus puertas a sus empleados, y Fedecámaras ofreció pagar sus salarios.
En las secciones pobres de la capital, Caracas, los empleados fueron a trabajar y los trabajadores del sector público, que son miembros de la CTV, hicieron caso omiso a la huelga. Así que esto era una "rebelión popular" cuyos principales "rebeldes" eran los líderes empresariales, los oficiales de la Iglesia Católica y oficiales militares.
El 11 de abril, aproximadamente unos 150,000 manifestantes anti-Chávez marcharon al palacio presidencial y se enfrentaron con la Guardia Nacional y con unos 5,000 partidarios de Chávez. Los informes iniciales de los medios noticiosos reclamaron que francotiradores pro-Chávez abrieron fuego contra los manifestantes por órdenes del presidente, matando a 14 personas e hiriendo a más de 200. Pero investigaciones subsiguientes revelaron que la policía municipal y la oposición anti-Chávez jugaron por lo menos algún papel en el tiroteo.
La confrontación le dio a los adversarios de Chávez la "evidencia" que ellos necesitaban para declarar el fin del mandato popular del presidente. La Guardia Nacional detuvo a Chávez y lo llevó a una base militar. Pedro Carmona, el director de Fedecámaras, fue declarado el nuevo presidente.
Pero después de recibir el reconocimiento de los EE.UU., a Carmona--bajo la presión de partidarios derechistas con conexiones a la CIA, según algunas versiones--se le pasó la mano. Suspendió la constitución, disolvió la Asamblea Nacional y despidió a la Corte Suprema. Repentinamente, la "oposición democrática" se había declarado una dictadura abierta.
Carmona perdió el apoyo de la CTV y de los partidos políticos que esperaban jugar algún papel en una coalición de gobierno. Mientras tanto, la imposición de líderes y políticas por parte de la clase alta enfureció a la gente común venezolana.
Para el 13 de abril, decenas de miles de venezolanos de los barrios pobres y el campo se tiraron a las calles para demostrar su apoyo a Chávez y a la Asamblea Nacional. El sábado, partidarios de Chávez asumieron el control de la estación de televisión del estado y comenzaron a transmitir la cobertura de las protestas en la calle y de los encontronazos con la policía metropolitana y la Guardia Nacional.
La resistencia popular ayudó a dividir el ejército, la mayoría de cuyos oficiales de rangos intermedios había permanecido leal a Chávez, un ex-teniente de la fuerza aérea. Con miles de personas comunes ocupando edificios de gobierno en la capital, la Asamblea Nacional volvió a reunirse y Chávez regresó triunfalmente a Caracas.
http://socialistworker.org/Obrero/004/004_Sup_ElGolpe.shtml
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