Las mujeres han sido hechas para ser amadas, no para ser comprendidas.

Oscar Wilde (1854-1900) Dramaturgo y novelista irlandés.

Quino

Quino

21 jun 2008

Rehenes de Monsanto

Por Raúl Montenegro *

Qué duro es sentirse minoría en un país de falsas mayorías.

Qué duro es ver que el gobierno nacional y los ruralistas luchan entre sí cuando son cómplices necesarios del país sojero.

Qué duro es ver cacerolas relucientes y llenas de soja RR en el asfalto civilizado de Buenos Aires.

Qué duro es ver las cacerolas renegridas y sin tierra de los campesinos de Santiago del Estero.

Qué duro es ver a los estudiantes de universidades argentinas con sus carteles de apoyo a los ruralistas en huelga, como si Monsanto y el Che Guevara pudieran darse la mano.

Qué duro es recordar que esas cacerolas relucientes, esos estudiantes movilizados y esas familias temerosas del desabastecimiento no salieron a la calle cuando los terratenientes de este siglo XXI expulsaron a familias y pueblos enteros para plantar su soja maldita. Qué duro es ver la furia ruralista al amparo de reyes sojeros como el Grupo Grobocopatel.

Qué duro es ver el rostro reseco de doña Juana expulsada, de doña Juana sin tierra, de doña Juana con sus muertos bajo la soja.

Qué duro es ver que se cortan las rutas para que China y Europa no dejen de tener soja fresca, y para que Monsanto no deje de vender sus semillas y sus agroquímicos.

Qué duro es comprobar, con los dientes apretados, y con el corazón desierto y sin bosques, que nadie habló en nombre de los indígenas expulsados de sus territorios, de sus plantas medicinales, de su cultura y de su tiempo para que la soja y el glifosato sean los nuevos algarrobos y los nuevos duendes del monte.

Qué duro es ver con las manos y tocar con los ojos que nadie habló en nombre de los campesinos echados a topadora limpia, a bastonazos y a decisiones judiciales sin justicia para que ingresen el endosulfán, las promotoras de Basf y las palas mecánicas con aire acondicionado.

Qué duro es saber que nadie habló en nombre del suelo destruido por la soja y por el cóctel de plaguicidas.

Qué duro es comprobar que muchos productores, gobiernos y ciudadanos no saben que los suelos sólo son fabricados por los bosques y ambientes nativos, y nunca por los cultivos industriales.

Qué duro es saber que para fabricar 2,5 centímetros de suelo en ambientes templados hacen falta de 700 a 1200 años, y que la soja los romperá en mucho menos tiempo.

Qué duro es recordar que el 80 por ciento de los bosques nativos ya fue destrozado y que funcionarios y productores no ven o no quieren ver que la única forma de tener un país más sustentable es conservar al mismo tiempo superficies equivalentes de ambientes naturales y de cultivos diversificados.

Qué duro es observar cómo se extingue el campesino que convivía con el monte y cómo lo reemplaza una gran empresa agrícola que empieza irónicamente sus actividades destruyendo ese monte.

Qué duro es ver que el monocultivo de la soja refleja el monocultivo de cerebros, la ineptitud de los funcionarios públicos y el silencio de la gente buena.

Qué duro es saber que miles de argentinos están expuestos a las bajas dosis de plaguicidas, y que miles de personas enferman y mueren para que China y Europa puedan alimentar su ganado con soja.

Qué duro es saber que las bajas dosis de glifosato, endosulfán, 2,4 D y otros plaguicidas pueden alterar el sistema hormonal de bebés, niños, adolescentes y adultos, y que no sabemos cuántos de ellos enfermaron y murieron por culpa de las bajas dosis porque el Estado no hace estudios epidemiológicos.

Qué duro es saber que los bosques y ambientes nativos se desmoronan, que las cuencas hídricas donde se fabrica el agua son invadidas por cultivos y que la Argentina está exportando su genocidio sojero a la Amazonia boliviana.

Qué duro es comprobar que las cacerolas relucientes son más fáciles de sacar que las topadoras y el monocultivo.

Qué duro es comprobar que en nombre de las exportaciones se violan todos los días, impunemente, los derechos de generaciones de argentinos que todavía no nacieron.

Qué duro es ver las imágenes por televisión, los piquetes y las cacerolas mientras las almas sin tierra de los campesinos y los indígenas no tienen imágenes, ni piquetes, ni cacerolas que los defiendan.

Qué duro es comprobar que estas reflexiones escritas a medianoche sólo circularán en la casi clandestinidad mientras Monsanto gira sus divisas a Estados Unidos, mientras las topadoras desmontan miles de hectáreas en nuestro Chaco semiárido para que rápidamente tengamos 19 millones de hectáreas plantadas con soja, y mientras miles de niños argentinos duermen sin saber que su sangre tiene plaguicidas, y que su país alguna vez tuvo bosques que fabricaban suelo y conservaban agua. Muy cerca de ellos, las cacerolas abolladas vuelven a la cocina.

* Biólogo. Premio Nobel Alternativo (Estocolmo, Suecia). Profesor titular de Biología Evolutiva en la Universidad Nacional de Córdoba, montenegro@funam.org.ar

Monsanto, más sobre la patria sojera

Informe de investigación sobre las operaciones de Monsanto en Argentina

11-03-08, Por Sofía Pérez García y Hernán Medina *

Argentina se posiciona como el tercer productor mundial de soja transgénica después de Brasil y Estados Unidos. Este año, la soja batió nuevos records de cosechas. Al mismo tiempo se conoció la muerte de por lo menos 14 indígenas por desnutrición en el norte del país. Paradójicamente, son estas provincias norteñas las que en los últimos 10 años percibieron un mayor avance del monocultivo de la soja. Hambre, exclusión y devastación, los pilares del modelo de la soja.

Ficha técnica de la empresa en Argentina

País de Origen: Estados Unidos

Presencia en el País: provincia de Buenos Aires: Estación Experimental Camet, Estación Experimental Fontezuela(Pergamino), Planta María Eugenia (Rojas), Planta Pergamino, Planta Zárate Composición de Capital: Empresa Transnacional.

Nivel de Inversión: Hacia 2007 contaba con 720 empleados directos y más de 300 empleados indirectos. En época de cosecha se suman 2.500 adicionales.

Violaciones: Manipulación genética de productos naturales, pérdida de la biodiversidad, Monopolio de mercado, violación a la soberanía alimentaria, desplazamiento de pueblos originarios, concentración de la tierra

1. Caracterización de la empresa

1. 1. Historia

Antes de dedicarse a la producción y comercialización de agroquímicos, Monsanto fue una empresa de la industria farmacéutica y alimenticia. Fundada en Estados Unidos en 1901 por John Francis Queeny. Su primer producto fue primer la sacarina.

En 1928 la compañia comienza con su expansión y adquiere empresas de la industria de químicos de goma y para la industria textil, de papel y cuero. Esta expansión continúa diez años después, bajo el nombre de Monsanto Chemical Corp, ingresa en la industria de los plásticos y resinas.

Es a mediados de la década del ‘70 cuando comienza a comercializar el herbicida Roundup, que pasaría a convertirse en el herbicida más vendido del mundo. En 1981 se estableció como foco de investigación estratégico la biotecnología. Casi quince años después varios de sus productos genéticamente modificados son aprobados para su comercialización, ellos son: la soja Roundup Ready, resistente a glifosato; las papas NewLeaf, protegidas contra insectos; y el algodón Bollgard, protegido contra insectos. Unos años más tarde es aprobado también el maíz RoundupReady.

Es en el año 2000 cuando Monsanto decide dedicarse exclusivamente a la industria agroquímica y vende su negocio de endulzantes. En ese entonces avanzan sus investigaciones sobre la genética del arroz, producto que se unirá a sus anteriores descubrimientos.

1. 2. Productos

Los productos agroquímicos que Monsanto ofrece en la actualidad son:

-Roundup Amonio, compuesto por sal monoamónica al 39,6% y cocoamina un surfactante de última generación, tiene la composición del glifosato 360 gr. X litro al igual que el Roundup Classic.

- Roundup FG o Roundup Formulación Granulada, es la nueva presentación de la fórmula líquida de Roundup. Es altamente concentrado y se presenta en gránulos solubles en agua limpia para ser aplicado como pulverizado.

-Roundup Full II

-Roundup UltraMax, una nueva formulación sólida a base de sal monoamónica que a través de la tecnología "Transorb II" y la nueva combinación de aditivos

- Guardián, un herbicida preemergente selectivo especialmente desarrollado para maximizar rendimientos en maíz y el único con protector específico para la total seguridad del cultivo. Está registrado para el control de gramíneas anuales y distintas

- Lightning, es un herbicida selectivo de amplio espectro y acción prolongada, para aplicaciones post-emergentes tempranas en el cultivo del maíz Clearfield.

- Harness, es el herbicida preemergente más efectivo para el control de las malezas anuales gramíneas y algunas latifoliadas en el cultivo de girasol.

Entre los productos híbridos se encuentran DEKLAB maíz, girasol y sorgo.

1. 2.1. Nuevos productos

Según se informó, SmartStax combinará ocho modos de acción en rasgos múltiples, que brindarán protección durante toda la campaña en tres áreas. Una de ellas es la del control de insectos por encima del suelo, que se logra mediante la combinación de la tecnología Herculex I de Dow AgroSciences y el control del barrenador del tallo del maíz de segunda generación de Monsanto (YieldGard VT PRO). En este sentido, SmartStax brindaría la más completa protección contra el barrenador del tallo del maíz, así como también contra insectos establecidos y emergentes, como por ejemplo el gusano del maíz, la oruga cogollera, el gusano cortador y el complejo de orugas cortadoras. Abajo del suelo, SmartStax supuestamente brinda protección contra el gusano de la raíz del maíz. Por último, el nuevo producto ofrece control de malezas. Lo hace mediante la unión del sistema estándar de la industria Roundup Ready 2 de Monsanto y la tolerancia a herbicidas Liberty Link.

1. 3. Presencia en el mundo

Monsanto tiene presencia en los siguientes países: Argentina, Alemania, Australia, Austria, Bangladesh, Bélgica, Brasil, Bulgaria, Canadá, Chile, China, Colombia, Croacia, República Checa, Dinamarca, Ecuador, Francia, Grecia, Guatemala, Honduras, Hungría, India, Indonesia, Irlanda, Italia, Japón, Jordania, Kenya, Corea, Malawi, Malasia, México, Países Bajos, Nueva Zelanda, Nicaragua, Pakistán, Paraguay, Perú, Filipinas, Polonia, Portugal, Rumania, Rusia, Senegal, Singapur, Eslovaquia, Sudáfrica, España, Sri Lanka, Suecia, Suiza, Taiwán, Tailandia, Turquía, Uganda, Ucrania, Reino Unido, Estados Unidos, Venezuela, Vietnam y Zimbabwe.

Con sede central en St. Louis, Missouri, en los Estados Unidos, emplea a 14.000 personas alrededor del mundo y declara como objetivo “ayudar a alimentar a la creciente población mundial y preservar nuestra naturaleza y medioambiente a través de la más avanzada biotecnología.”

1. 3. 1. Monsanto en Latinoamérica

Como se mencionó anteriormente, la empresa tiene presencia en varios países de Latinoamérica. En 1951 se inicia sus actividades en Brasil, donde instala la primera fábrica de herbicidas en 1976, y cerca de 200 comienza a abrir nuevas fábricas y a adquirir otras empresas.

En México genera más de 400 empleos de manera permanente y alrededor de 6,000 de manera temporal.

1. 3. 2. Monsanto en Argentina

En el año 1956 Monsanto inaugura su primera planta productora de plástico en nuestro país en Zárate, provincia de Buenos Aires. Posteriormente, en el año 1978, procede a abrir una planta de acondicionamiento de semillas híbridas de maíz en Pergamino.

En 1991 la empresa se asocia con PASA, Petroquímica Argentina SA, para formar Unistar, que se tranforma en uno de los principales productores de resina estirénica en Latinoamérica. Cinco años después, cuando Monsanto decide dedicarse exclusivamente a la agroquímica, vende Unistar en su totalidad a PASA.

En 1994 se inaugura una nueva planta de acondicionamiento de semillas hibridas de maíz, en Rojas.

En 1997 se crea una nueva empresa para la producción y comercialización de semillas de algodón mejoradas mediante ingeniería genética, junto con CIAGRO y Delta & Pine Land. Ésta última es adquirida por Monsanto en 1998 cuando a su vez adquiere DEKALB Genetics Corporation. En este mismo año, conforma un Joint Venture con Cargill Inc a nivel mundial.

Es en el año 2000 cuando se inaugura la planta de glifosato iniciada dos años antes y cuando Monsanto se fusiona con al empresa Pharmacia & Upjohn, fusión que sólo dura dos años.

Los años 2003 y 2004 son años importantes, primero se finaliza el remodelación de la planta de Pergamino para la producción y acondicionamiento de semillas de girasol, y segundo se inaugura la Planta de Fontezuela para investigación y desarrollo de semillas y agroquímicos.

En la actualidad, Monsanto divide sus negocios en la Argentina en dos grandes áreas: Agroquímicos, de los cuales se destaca el herbicida Roundup, y Semillas y Biotecnología produciendo tanto semillas convencionales como mejoradas genéticamente a través de la "Biotecnología".

La empresa cuenta con 720 empleados directos y más de 300 empleados indirectos, altamente capacitados a quienes se les sumas, en época de cosecha 2.500 adicionales. Opera desde sus oficinas centrales en Capital Federal, Buenos Aires y se compone de cinco plantas que se dividen en procesadoras de semillas: Planta María Eugenia en Rojas y Planta Pergamino en esa localidad; productora de herbicidas: Planta Zárate; y estaciones experimentales: Estación Experimental Camet y Estación Experimental Fontezuela.

2. Infracciones de Monsanto a las Normas de Naciones Unidas sobre Responsabilidad Social Empresaria

2. 1. ¿Qué son las Normas de la ONU sobre las Responsabilidades de las Empresas Transnacionales y Otras Empresas en la Esfera de los Derechos Humanos?

También conocidas como Normas de la ONU, fueron adoptadas por la Subcomisión para la Promoción y Protección de los Derechos Humanos en agosto de 2003. Fueron redactadas en consulta con sindicatos, empresas y ONG. Aunque reconocen el rol fundamental de los Estados en la tarea de garantizar los derechos humanos, las Normas de la ONU identifican las principales responsabilidades de las empresas en ese aspecto, tal como lo marca el Artículo 1. De esta manera, se crea una importante herramienta para las ONG, ayuda a los gobiernos a establecer regímenes regulatorios compatibles y socialmente beneficiosos más allá de las fronteras nacionales, y permiten ser utilizadas como parámetro de la conducta de las empresas, ayudándolas a mejorar su desempeño en el ámbito de los derechos humanos. Las normas permitirán crear condiciones equitativas para todas las empresas, dejando al mismo tiempo amplio espacio para que las empresas más visionarias y progresistas adopten estándares más altos.

Las Normas de la ONU se refieren a las responsabilidades de las empresas en materia de derechos humanos dentro de su ‘esfera de actividad e influencia.’ Las responsabilidades incluyen:

- garantizar la no discriminación y la igualdad de oportunidades;

- no violar ni sacar provecho con la violación de la seguridad de las personas;

- proteger los derechos de los trabajadores, que incluyen el derecho a no ser sometidos a trabajos forzados y la no explotación de los niños, el derecho a un entorno de trabajo seguro y saludable, remuneración adecuada, y libertad de asociación;

- evitar la corrupción manteniendo la transparencia;

- respetar los derechos económicos, sociales y culturales; y

- garantizar la protección del consumidor, la seguridad pública, y la protección ambiental en sus actividades empresariales y prácticas de comercialización, incluyendo el respeto al principio de precaución.

Las Normas de la ONU también realizan una descripción de los posibles mecanismos de aplicación y garantía.

2. 2. Violaciones a derechos humanos según normas de RSE de la ONU

Soberanía nacional: Soberanía alimentaria, pérdida de la biodiversidad, pueblos originarios desplazados, concentración de la tierra (extranjerización)

2. 2. 1. Modelo de agricultura sin agricultores

Argentina se posiciona como el tercer productor mundial de soja transgénica después de Brasil y Estados Unidos. Este año, la soja batió nuevos records de cosechas. Al mismo tiempo se conoció la muerte de por lo menos 14 indígenas por desnutrición en el norte del país. Paradójicamente, son estas provincias norteñas las que en los últimos 10 años percibieron un mayor avance del monocultivo de la soja. Hambre, exclusión y devastación, los pilares del modelo de la soja.

En la ultima década, en Argentina y más específicamente en Chaco, ha comenzado un proceso que viene a acentuar estas tendencias hacia los desalojos y el empobrecimiento de las comunidades. Se trata de la "sojización" del país, el avance desmedido de los cultivos de soja a lo largo y ancho del territorio argentino.

En 1996, durante el gobierno de Carlos Menem, se aprobó la siembra comercial de semillas transgénicas. Empresas como Monsanto y Cargill comenzaron la producción y comercialización de sus semillas modificadas genéticamente. El país se convirtió en un gran desierto verde: las plantaciones de soja arrasaron con montes y ecosistemas, dejaron en la ruina a miles de pequeños productores y campesinos, y terminaron con la tradicional riqueza y biodiversidad del país.

Argentina produce la mayor tasa de alimentos por habitantes del mundo: aproximadamente unos 3.500 kilos de alimento por habitante cada año.

La defensa de los intereses del agrobusiness de la soja genera un cuadro de violencia sistemática en contra de las poblaciones rurales e indígenas que se traduce en desalojos, detenciones, persecuciones y amenazas a quienes se resisten. La presión para que abandonen sus tierras se traduce en hostigamientos que van desde la contaminación intencional de fuentes de agua hasta el robo o matanza de animales. El uso intensivo de agroquímicos y las fumigaciones en cultivos de soja muchas veces terminan contaminando a población de zonas aledañas, a sus cultivos, animales y fuentes de agua.

(Mapa de producción de Soja en Argentina. Año 2007. Fuente: http://www.biocombustibles.es/ )

2. 2. 2. Monopolio del mercado de semillas en contra de la soberanía alimentaria

Monsanto avanza además hacia el control de todas las semillas, no sólo transgénicas. Para ello ha comprado empresas semilleras en todo el mundo, con el fin de controlar un sector que aunque modesto en volumen de dinero -comparado con otras industrias-, es absolutamente imprescindible: es la llave de toda la cadena alimentaria. Una vez que controle la mayoría de las semillas convencionales (no transgénicas), lo único que necesitará hacer es dejar de producirlas, y a través de una política de hechos consumados -al no existir alternativas en el mercado y en contubernio con las escasas empresas que queden en el rubro- obligar a todos a sembrar sus transgénicos. A unos porque no tendrán otra opción y a otros -los campesinos que plantan sus propias semillas- a punta de contaminación, juicios y semillas suicidas Terminator

Actualmente, las 10 mayores poseen 55 por ciento del mercado mundial, pero entre tres -Monsanto, Dupont y Syngenta- acaparan 44 por ciento. Monsanto -que en 1996 ni siquiera aparecía entre las 10 mayores- abarca 20 por ciento del total global.

La Federación Agraria Argentina (FAA) afirmo que Monsanto miente y manipula información para frenar la normalización del tema relacionado con las semillas, al tratar de forzar a los productores agropecuarios a firmar una nota de consenso La FAA reafirma su lucha en defensa del Derecho del Agricultor al uso gratuito del producto de su cosecha para la siembra en su propia explotación, obtenida de una semilla fiscalizada.

2. 2. 3. Consecuencias medioambientales

Aquí se detallarán las diversas formas de contaminación que los cultivos de soja están dejando.

2. 2. 3. 1. Formosa

En febrero de 2003, un grupo de chacareros minifundistas de la Colonia Loma Senés, en el departamento de Pirané, Formosa, debió soportar la destrucción de sus cultivos hortícolas, agrícolas e industriales por una nube de glifosato (elaborada por Monsanto) y 2-4-D, que inundó sus pequeñas chacras provenientes de los campos vecinos sembrados con sojaRR, y que estaban siendo fumigados de manera irresponsable.

La mayoría de los cultivos quedaron gravemente dañados. En los siguientes días y semanas los cerdos y los pollos murieron y muchas cerdas y cabras tuvieron nacimientos muertos o deformes. Meses mas tarde los árboles de bananero sufrieron deformaciones, detuvieron su crecimiento y sus frutos aun no maduros se destruyeron. Los aldeanos rápidamente señalaron la responsabilidad en una granja vecina cuyos arrendatarios estaban produciendo soja genéticamente modificada, preparada para ser resistente al herbicida Glifosato.

Estudios hechos por técnicos de la Universidad Nacional de Formosa visitaron el lugar Concluyeron que los vecinos de los chacareros, como miles de otros cultivadores de soja GM en Argentina (...), habían fumigado descuidadamente los terrenos y los alrededores de Colonia Loma Senés con una mezcla de poderosos herbicidas. Los pobladores llevaron a sus vecinos a la justicia y obtuvieron una orden para cesar las fumigaciones. La justicia también encontró a los arrendatarios culpables de ‘causar considerables daños a los cultivos y a la salud humana’. Pero fue una victoria pírrica. En septiembre nuevos inquilinos arrendaron la tierra y comenzaron a fumigar nuevamente. Cuando los granjeros les reclamaron, los nuevos inquilinos les dijeron que el fallo no se aplicaba para ellos, lo cual era técnicamente correcto.’

Los productores, integrantes del Movimiento Campesino de Formosa, Equipo de Mujeres Campesinas y Asociación Feriantes de Pirané, “organizadamente” defendieron sus derechos. Gracias a esta acción decidida de los productores, el caso alcanzó cierta trascendencia, ya que en general, los medios de comunicación, incluyendo los medios oficiales, no reflejaron el problema en su real magnitud. Más bien trataron de minimizarlo.

2. 2. 3. 2. Buenos Aires

En Saladillo y Lobería, se han recibido denuncias de los pobladores y técnicos de la zona, respecto de que los aviones fumigadores vacían sus tanques sobre lagunas y arroyos, provocando una gran mortandad de peces, así como la aparición de un gran número de peces con malformaciones y enfermedades que imposibilitan su consumo.

2. 2. 3. 3. Córdoba

En el barrio Ituzaingó, ubicado en la periferia de la ciudad de Córdoba, capital de la provincia homónima, el suministro de agua se ha estado contaminando por espacio de veinte años, con presencia de PCB y plaguicidas, los cuales son utilizados en las continuas pulverizaciones que se realizan sin control en los campos de soja aledáneos al barrio.

En los suelos del barrio se han encontrado Malatión, Clopirifós, Alfa-Endosulfán, Cis_Cloedano, isómero de DDT, Beta Endosulfán y HCB. Mientras que en los tanques de agua de los domicilios se detectó la presencia de diversos agroquímicos (Endosulfán y Heptacloro) y metales pesados (plomo, cloro, arsénico)

En otra localidad de Córdoba, llamada San Francisco, distante 220 kilómetros de la capital provincial, las pulverizaciones en campos aledaños a las viviendas, el hecho de arrojar envases de agrotóxicos en caminos y canales, se convierten en riesgo para la vida humana. Hubo casos en los que se atribuye a estos residuos la mortandad de peces o la muerte de fauna silvestre o animales que pastorean en el campo.

2. 2. 3. 4. Santa Fe

En Las Petacas (Santa Fe) existen cinco acopios de cereales dentro del área urbana, del lado norte. A raíz de que en la mayor parte del año predomina el viento norte el polvillo del cereal convive con los pobladores. No se han respetado los límites de la fumigación, porque los mismos se efectúan en los campos lindantes al pueblo. El 30 % de la población consume agua de lluvia y los aviones con sus picos rotos, contaminan el aire y los techos de las viviendas. En esta agua se detectó la presencia de arsénico, nitratos y nitritos. Además, en una excavación se halló agua fosforada, o sea, los agroquímicos más los fosforados. Más allá de este preocupante panorama, el intendente de la localidad, Miguel Battistelli, vendió terrenos del ejido del pueblo a cuatro poderosos productores para la construcción de grandes galpones donde se guardan herramientas de campo.

En Piamonte, los relatos de los vecinos mencionan que cuando los cultivos de soja son pulverizados, los agroquímicos se esparcen sobre las viviendas aledañas a los campos de soja que cercan la localidad. Dentro del pueblo se instalaron 20 galpones en una superficie de 1500 metros cuadrados que son utilizados para guardar maquinarias y agroquímicos. Otra problemática la aporta el tránsito de camiones que transportan soja y de máquinas para pulverizar dentro de Piamonte. Por último se encontraron máquinas aplicadoras con canillas abiertas perdiendo líquido.

En Alcorta, a 100 kilómetros al sur de Rosario, cerca de las vías del ferrocarril, se encuentra una planta de silos, perteneciente a una Cooperativa Agropecuaria. El polvillo en épocas de carga y descarga de granos torna irrespirable el aire a varias cuadras alrededor del mismo. Varios vecinos denunciaron que se fumiga con Round-Up terrenos enteros emplazados en barrios populares, y que el herbicida se utiliza para eliminar malezas en veredas céntricas. Además, habitantes de los barrios periféricos de Alcorta denunciaron que se realizan aerofumigaciones en sembradíos que limitan con la zona urbana, lo que está prohibido por Ley Provincial y Decreto Comunal.

2. 2. 4. Consecuencias sobre la salud.

2. 2. 4. 1. Efectos del Glifosato:

Estudios de toxicidad revelaron efectos adversos en todas las categorías estandarizadas de pruebas toxicológicas de laboratorio en la mayoría de las dosis ensayadas: toxicidad subaguda (lesiones en glándulas salivales), toxicidad crónica (inflamación gástrica), daños genéticos (en células sanguíneas humanas), trastornos reproductivos (recuento espermático disminuido en ratas; aumento de la frecuencia de anomalías espermáticas en conejos), y carcinogénesis (aumento de la frecuencia de tumores hepáticos en ratas macho y de cáncer tiroideo en hembras). El glifosato puede interferir con algunas funciones enzimáticas en animales, pero los síntomas de envenenamiento sólo ocurren con dósis muy altas. Sin embargo, los productos que contienen glifosato también contienen otros compuestos que pueden ser tóxicos.

Todo producto pesticida contiene, además del ingrediente "activo", otras sustancias cuya función es facilitar su manejo o aumentar su eficacia. En general, estos ingredientes, engañosamente denominados "inertes", no son especificados en las etiquetas del producto. En el caso de los herbicidas con glifosato, se han identificado muchos ingredientes "inertes". Para ayudar al glifosato a penetrar los tejidos de la planta, la mayoría de sus fórmulas comerciales incluye una sustancia química surfactante. Por lo tanto, las características toxicológicas de los productos de mercado son diferentes a las del glifosato solo. La formulación herbicida más utilizada (Round-Up) contiene el surfactante polioxietileno-amina (POEA), ácidos orgánicos de glifosato relacionados, isopropilamina y agua.

Toxicidad aguda: La Agencia de Protección Medioambiental (EPA) ya reclasificó los plaguicidas que contienen glifosato como clase II, altamente tóxicos, por ser irritantes de los ojos. La Organización Mundial de la Salud, sin embargo, describe efectos más serios; en varios estudios con conejos, los calificó como "fuertemente" o "extremadamente" irritantes. El ingrediente activo (glifosato) está clasificado como extremadamente tóxico (categoría I).

La cantidad de Round-Up (glifosato + POEA) requerida para ocasionar la muerte de ratas es tres veces menor que la de gifosato puro. En cuanto a las formas de exposición, la toxicidad de ambas presentaciones (glifosato puro, fórmulas compuestas) es mayor en casos de exposición dérmica e inhalatoria (exposición ocupacional) que en casos de ingestión.

En humanos, los síntomas de envenenamiento incluyen irritaciones dérmicas y oculares, náuseas y mareos, edema pulmonar, descenso de la presión sanguínea, reacciones alérgicas, dolor abdominal, pérdida masiva de líquido gastrointestinal, vómito, pérdida de conciencia, destrucción de glóbulos rojos, electrocardiogramas anormales y daño o falla renal.

Toxicidad subcrónica, Toxicidad crónica, Efectos cancerígenos, Acción mutagénica, Efectos reproductivos, Contaminación de alimentos El peso de las actuales evidencias científicas permite aseverar que la incidencia y severidad de diversos tipos de cáncer, malformaciones congénitas y trastornos neurológicos sería mucho menor si la población no estuviera expuesta a pesticidas a través de la dieta, el agua y el hábitat.

Hasta el advenimiento de los cultivos transgénicos tolerantes al glifosato, el límite máximo de glifosato residual en soja establecido en EE.UU. y Europa era de 0,1 miligramos por kilogramo. Pero a partir de 1996, estos países lo elevaron a 20 mg/kg, un incremento de 200 veces el límite anterior. Semejante aumento responde a que las empresas productoras de glifosato están solicitando permisos para que se apruebe la presencia de mayores concentraciones de glifosato en alimentos derivados de cultivos transgénicos. Monsanto, por ejemplo, ya fue autorizado para un triple incremento en soja transgénica en Europa y EE.UU. (de 6 ppm a 20 ppm).

Estos vestigios de glifosato y sus metabolitos en la soja transgénica están presentes también en alimentos elaborados en base a la leguminosa.

Trabajos en biología molecular, realizados en Canadá, demostraron que el Round Up es un perturbador del sistema endocrino, demostrando su relación con los altos niveles de nacimientos prematuros y abortos en las mujeres granjeras que utilizan el glifosato.

Desde el año 2003, Monsanto ha puesto en marcha el Programa Campo Unido en Colombia, dirigido a los pequeños productores e indígenas de los departamentos de Córdoba y de Tolima, las fumigaciones aéreas del plan Colombia dan como resultado que el 100 por ciento de las mujeres, además de los síntomas de intoxicación, presentaron daños genéticos en un tercio de sus células sanguíneas en humanos se exponen casos de intoxicación, irritación cutánea y ocular severa, daños neurológicos e incidencia de cambios genéticos en células humanas que puedan conllevar a cáncer.

2. 2. 4. 2. Casos en el país

2. 2. 4. 2. 1 Córdoba

En el barrio de Ituzaingó, al estar cercado por plantaciones de soja, la población padece una lluvia continua de agrotóxicos que ha derivado en enfermedad y muerte. Entre sus 500 habitantes aparecieron múltiples casos de cáncer, leucemia y malformaciones congénitas. Los productores de soja realizan fumigaciones aéreas y terrestres de agroquímicos como glifosato o endosulfan.

Se han registrado otras enfermedades como el lupus, púrpuras, anemias hemolítica, alergias respiratorias y de piel, artritis reumatoide, enfermedades neurológicas y endocrina, malformaciones (Síndrome de Fryn, Espina Bífida, malformaciones de riñon en fetos y embarazadas). Cuando en marzo de 2006 la Dirección de Ambiente de la Municipalidad de la Ciudad de Córdoba realizó un control sanitario sobre 30 niños del barrio, los resultados mostraron que 23 de ellos llevaban en su sangre alfa hexaclorociclohexano.

Esta problemática se repite en varios pueblos cordobeses como Pueblo Italiano, Río Ceballos, Saldán, Alto Alberdi, Jesús María, Colonia Caroya, Sacanta y en otros barrios de la propia Ciudad de Córdoba.

En Monte Cristo se registraron 37 casos oncológicos durante 2003 y 2004, 29 malformaciones congénitas, 6 casos de asma, 5 de lupus y 4 de púrpura, además de alergias.

A raíz de ello se han originado la Asamblea de Pueblos Fumigados y Desalojados, integrada por aquellos pobladores que por el avance de los monocultivos se ven afectados tanto por las fumigaciones como por los desalojos de familias campesinas.

2. 2. 4. 2. 2. Santa Fe

Malabrigo tiene un promedio de 15 a 20 nacimientos por mes y en menos de un año (período 2006-2007) hubo 12 chicos nacidos con malformaciones. Monsanto se instaló cerca del pueblo en la década del ’90 y desde entonces existe una incidencia de cánceres de distinta variedad aún sin explicar.

En San Cristóbal, el propio intendente denunció la ola de nacimientos con malformaciones en el pueblo. Once niños nacieron con malformaciones en el primer semestre de 2006, de los cuales tres murieron, y otros 3 nacieron con similares malformaciones en pueblos vecinos.

Una investigación de la Universidad Nacional del Litoral halló que el 86% de las madres en lactancia poseía restos de agrotóxicos en su leche materna.

También se ha denunciado un alto nivel de cáncer y malformaciones en el Barrio 2 de Abril, ubicado en la localidad de San Lorenzo. Este caso está vinculado directamente al hecho que la cerealera Molinos Río de la Plata, ‘ventea’ -sin filtros protectores- los productos utilizados para sanear el grano de sus silos, enviando a la atmósfera altos niveles de plaguicidas. Los casos de cáncer superan el centenar en unas pocas manzanas.

En Las Petacas, un relevamiento de Morbi y Mortalidad afirmó que en los últimos 10 años, se registraron 42 casos de cáncer y 400 de alergias varias, sobre el total de 800 habitantes que tiene el pueblo. Además, en octubre de 2005 murieron cinco personas de cáncer y dos de leucemia.

En Alcorta, desde el Sindicato de peones rurales detectaron un aumento de los casos de cáncer, si bien no cuentan con datos registrados estadísticamente. A principios del año 2006 el Centro de Investigaciones en Biodiversidad y Ambiente (Ecosur) del Hospital Italiano Garibaldi de Rosario, el INTA y otras instituciones emitió un informe donde se hallaron vinculaciones directas entre los casos de cáncer y malformaciones infantiles con la exposición a contaminación ambiental. Este estudio determinó que los casos de cáncer de testículos y gástricos en varones fueron 3 veces más que la media nacional, los cánceres de hígado, casi 10 veces más y los de páncreas y pulmón, el doble de lo que originalmente se había esperado. En el 90 % de los casos registrados, las disfunciones estaban relacionadas con fuentes fijas de contaminación ambiental o factores ambientales de riesgo: plantas de acopio de cereales por tratamientos con plaguicidas, depósitos de agroquímicos y equipos de fumigación de aire y tierra, entre otros factores.

2. 2. 4. 2. 3. Buenos Aires

En provincia de Buenos Aires se también se verificaron casos de cáncer y malformaciones. Esto se ha visto en Lobería, Saladillo (donde los vecinos realizaron una marcha contra el cáncer, en abril de 2007) y en Chacabuco (donde se ha formado una asociación vecinal para investigar las razones por las que han aumentado los casos de cáncer, leucemia y malformaciones en el pueblo). En Saladillo y Lobería, se existen denuncias de los pobladores y técnicos de la zona, respecto de que los aviones fumigadores vacían sus tanques sobre lagunas y arroyos, lo que provoca una extensa mortandad de peces, además de la aparición de un gran número de peces con malformaciones y enfermedades que imposibilitan su consumo.

2. 2. 4. Derechos laborales

Este modelo de producción emplea a sólo una persona cada 500 hectáreas, lo cual se tradujo en la pérdida de 4 de cada 5 puestos de trabajo en el campo

Son frecuentes los accidentes laborales con agroquímicos en todo el mundo

Siendo habitual la exposición laboral a altas dosis de estas sustancias, debería protegerse en forma especial a los aplicadores del producto a los cultivos en lugar de seguir insistiendo las empresas productoras en su argumento respecto de la baja toxicidad del glifosato.

En el año 2004 se denunció que 4.400 menores de edad trabajaron en las propiedades de Monsanto ubicadas en Andra Pradesh, India.

3. Acciones judiciales y sociales

3. 1. En Argentina

- El 6 de septiembre de 2007 luego de tres años de peleas, la Argentina ganó el primer round judicial contra la multinacional agrícola Monsanto, quien reclama millonarias regalías por la soja transgénica RR, el cultivo más sembrado del país. Un juez de Madrid falló en contra de la compañía estadounidense y le cargó las costas del juicio, el primero en resolverse de una larga lista de demandas que la firma inició contra importadores europeos de soja pampeana. - La multinacional agrícola Monsanto tuvo un nuevo revés jurídico en su intento de cobrar regalías por la soja transgénica sembrada en la Argentina a través de sendos pleitos contra importadores europeos del producto. Como ya había pasado en España, una Corte de Justicia de Gran Bretaña especializada en Patentes dio su dictamen la semana pasada en una causa que la compañía inició contra Cargill y en la que el Estado argentino interviene como parte interesada.

- El MOCASE (Movimiento Campesino de Santiago del Estero) es claro ejemplo de la lucha contra el despojo de tierras al igual que el Movimiento Campesino de Córdoba y la Unión de Trabajadores Sin Tierra de Mendoza. El MOCAFOR (Movimiento Campesino Formoseño), Unión de Campesinos Poriajhu

- El 25 de septiembre de 2007 centenares de manifestantes del movimiento campesino indígena manifestaron en el centro porteño contra las empresas agroquímicas, mineras y petroleras. Las responsabilizan por la expulsión de trabajadores rurales de sus tierras.

- En abril de 2007 pobladores de Saladillo (Buenos Aires) realizaron una marcha contra el cáncer.

- En Chacabuco (Buenos Aires) se ha formado una asociación vecinal para investigar las razones por las que han aumentado los casos de cáncer, leucemia y malformaciones en el pueblo.

- A fines de 2001, un grupo de madres de Ituzaingó (ciudad de Córdoba) comenzó a efectuar relevamientos de enfermos casa por casa. Posteriormente presentaron la denuncia en las secretarías de Derechos Humanos y Medio Ambiente, además del Ministerio de Salud de la nación. Por su parte los vecinos en general se autoconvocaron cortando rutas, solicitando estudios de sedimentos de tanques, de suelo, de transformadores, de aire y de campos magnéticos. Estos estudios fueron realizados por el gobierno debido a la falta de recursos de la población, hasta que Schindler (un epidemiólogo) realizó un trabajo en forma paralela.

El gobierno provincial respondió eliminando el PBC en toda la provincia de Córdoba. Además, se promulgó una ordenanza municipal que prohíbe la fumigación aérea sobre la capital de Córdoba, la cual nunca se cumplió. Se inauguraron dos centros de salud. Finalmente, se creó una ley de agroquímicos que no fue reglamentada ni publicada en el boletín oficial. El barrio de Ituzaingó fue declarado en estado de emergencia sanitaria, estableciéndose una distancia mínima de 2500 metros sin fumigar alrededor del barrio. Sin embargo, la medida no fue implementada por los productores, que no respetan siquiera los 500 metros de distancia que establece la ley provincial.

- En Montecristo (Córdoba) vecinos autoconvocados presentaron ocho notas al municipio y a la provincia denunciando la fumigación indiscriminada con agrotóxicos, la circulación de máquinas mosquito (prohibidas por ley) y que los responsables de manejar los silos no cumplen ni con la ordenanza 621 de control de agroquímicos ni con la ley provincial de agroquímicos. Jamás les respondieron. En 2005 se efectuó la misma denuncia en la Fundación para la Defensa del Ambiente.

- En Mendiolaza (Córdoba) los vecinos están movilizados desde el 2004 y consiguieron que en octubre de 2005 se promulgara una ordenanza que prohíbe dentro del ejido urbano la aplicación de todo producto agroquímico y productos biológicos no compatibles con la producción orgánica. En la actualidad, existe una causa contra los propietarios de campos aledaños a Mendiolaza que continúan sembrando y fumigando a escondidas pero se ven limitados por las denuncias de los vecinos.

- En San Francisco (Córdoba) surgió un movimiento de vecinos en 2005 que está trabajando en la concientización de la ciudadanía sobre la problemática de los agrotóxicos. Reclaman las medidas necesarias para asegurar la salud de las personas y la protección del medio ambiente. La Municipalidad de San Francisco se adhirió a la ley provincial de agroquímicos, que entre los distintos artículos establece los límites permitidos, tipos de productos, formas de uso y controles que deben realizarse sobre los fumigadores. Sin embargo, las normas permiten que todavía se pueda fumigar en zonas linderas al pueblo con productos de grados toxicológicos III y IV. Por lo tanto, la salud aún no está garantizada. En marzo de 2005 el intendente de San Francisco presentó un proyecto de ordenanza donde se establece un proyecto de zona libre de agrotóxicos de 500 metros alrededor de la ciudad. Los vecinos pretenden que la zona a excluir sea de 1500 a 2500 metros. Consiguieron que cada vehículo pulverizador debiera llevar un cartel con la matrícula para facilitar su visualización a ciudadanos que quisieran efectuar denuncias de aplicaciones ilegales.

- En San Justo (provincia de Santa Fe) los vecinos formaron la ONG Muyuqui, en defensa del medio ambiente el 16 de septiembre de 2005. Los ejes de trabajo son dos: estricta aplicación de la Ley 11.723 de Fitosanitarios y la contaminación por Cerosota.

Tienen un programa especial en la radio FM100 donde difunden la causa. En febrero de 2006 consiguieron que el Consejo Municipal y el poder Ejecutivo promulgaran una Ordenanza afín a la ley 11.723 con los nuevos límites de la ciudad para la aplicación de agrotóxicos y que los inspectores municipales se encarguen de recibir las denuncias sobre los infractores, especialmente las realizadas por los aeroaplicadores y las máquinas terrestres para pulverizar que ingresan al pueblo. La acción trajo inconvenientes a un miembro de la organización que fue amenazado junto a su familia. La ONG tenía impresos 5 mil folletos para distribuir en la ciudad informando a la comunidad los atropellos y los riegos a la salud que estaba ocasionando la falta de responsabilidad por parte del municipio para que se aplique la ley de fitosanitarios.

- En Las Petacas (Santa Fe) los vecinos autoconvocados comenzaron a movilizarse en el año 2004 a raíz de la cantidad de gente enferma. Reclamaron en la comuna y en la gobernación provincial pero no recibieron respuestas hasta que fueron apoyados por el biólogo Raúl Montenegro, quien los ayudó a llevar adelante la pelea contra los agrotóxicos.

3. 2. En el Mundo

En el año 2001, la asociación Eaux et Rivières de Bretagne había denunciado a Monsanto por anunciar que su producto Round Up era eficiente y no presentaba riesgos para el medio ambiente. Las etiquetas del herbicida aseguraban que éste era "100 por ciento biodegradable, limpio

Los residentes de Anniston (Alabama) en 2002, elevaron una demanda a Monsanto por contaminar las fuentes de agua del pueblo con el químico PBC, posteriormente prohibido por sus efectos tóxicos. En 1997 la empresa tuvo que pagar una multa millonaria y cambiar la etiqueta del químico que lo calificaba como biodegradable y sano para la salud. En 2004 Monsanto enfrentó una demanda por 350 millones de dólares por el uso de aspartame en sus endulzantes a pesar de su efecto tónico para el cerebro. www.ecoportal.net

Reporte N° 05 del Observatorio de las Empresas Transnacionales de FOCO dedicado a la Empresa MONSANTO. El informe ha sido preparado por Sofía Pérez García con la colaboración de Hernán Medina, investigadores del equipo del OET, como actividad del Programa de Vigilancia Social de las Empresas Trasnacionales Agro-Alimenticias.

4. Bibliografía

- Agropecuaria. La República de la Soja: Las alegorías de la globalización.http://www.agropecuaria.org/analisis/EviaRepublicaSoja.htm

- Biocombustibles http://www.biocombustibles.es/actuali/biocombustibles_provincias_mas_beneficiadas.htm

- Clarín. Soja transgénica: otro fallo contra Monsanto http://www.clarin.com/diario/2007/10/18/elpais/p-02202.htm

- Ecoportal: Argentina: lo que la soja se llevó...Desnutrición y hambre en el país de los alimentos http://www.ecoportal.net/layout/set/print/content/view/full/72703/(printversion)/1

- Ecoportal: Monsanto, Bayer y Unilever, acusadas de permitir el trabajo infantil en sus filiales en India. http://www.ecoportal.net/content/view/full/37482

- Ecoportal: ¿Por qué una campaña contra Monsanto? http://www.ecoportal.net/content/view/full/75014

- FAA (Federación Agraria Argentina). www.faa.com.ar/

- Grupo De Reflexión Rural. Campaña De Concientización Sobre Los Impactos De Los Agrotóxicos. http://www.grr.org.ar/campanapdf/fotos.php

- Infoalternativa: Argentina: sojización, toxicidad y contaminación ambiental por agrotóxicos

http://www.infoalternativa.com.ar/hoy/index.php?option==1

- La Opinión De Rafaela. En Malabrigo hubo nacimientos de bebés con malformaciones http://www.laopinion-rafaela.com.ar/opinion/2007/03/15/p731501.htm

- Monsanto. http://www.monsanto.com.ar/

- Prensa Rural. Traspié judicial para Monsanto en Argentina.http://www.prensarural.org/spip/spip.php?breve404

De la pag. http://www.biodiversidadla.org

la patria sojera

Zaiat dixit: Los Grobo sonríen

Por Alfredo Zaiat

Tarde, bastante tarde teniendo en cuenta la magnitud del conflicto que se generó, el Gobierno explicó en detalle por qué decidió establecer el mecanismo de retenciones móviles. Es probable, aunque no seguro, que el país se habría ahorrado semejante crisis si el ministro de Economía hubiera enseñado en su momento los motivos y los objetivos de una imprescindible intervención del sector público en el mercado de granos y oleaginosas. También tarde fue dispuesta esa medida que, con los precios internacionales en alza desde hace varios años y el avance de la sojización en el campo, se imponía desde bastante tiempo antes que el 11 de marzo pasado. Tarde implica reasignación de recursos, transferencia de ingresos, concentración de la riqueza y torpeza política. Rectificar ese error es mejor que prolongarlo, con todos los costos que han significado para la sociedad.

No es el caso de Eduardo Buzzi y Alfredo De Angeli, dirigentes visibles de la Federación Agraria, que reinciden en el mismo error desde el comienzo del lockout patronal: ser la voz, el rostro y el sostén del piquete verde en beneficio de los intereses de los grandes jugadores del negocio de la soja y de la cadena agroindustrial. No han mencionado nunca el papel de los pulpos exportadores multinacionales, como Cargill, Bunge y Dreyfus, que exprimen a los pequeños productores. No han reclamado públicamente la necesidad de reinstalar la Junta Nacional de Granos, que permitiría a esos productores recibir un mejor precio que el fijado por los acopiadores-exportadores. No han señalado ni una vez el papel de los grandes grupos, como Los Grobo, que por su posición dominante en el mercado y holgura financiera desplaza a los pequeños productores de sus tierras. Los Grobo poseen 17.700 hectáreas propias, pero arrendando cultiva en total más de 150 mil. Acopia un millón y medio de toneladas y comercializa 112 mil de harina. Entre las empresas del holding facturan cerca de 200 millones de dólares anuales. En su balance trimestral al 31 de enero de este año informó que su activo suma 388 millones de pesos, con un patrimonio neto de 96 millones.

Muchas cosas son raras en este conflicto, pero que la Federación Agraria sea el vocero más combativo de sus verdugos es un error que se ha repetido a lo largo de toda esta crisis. Ayer mismo volvieron a cometerlo. Si es por inocencia, que a esta altura parece inverosímil, los pequeños productores deberían evaluar si necesitan otros dirigentes. Si son conscientes de su rol funcional a los intereses de los reyes de la soja, como Los Grobo, los pequeños productores tienen un problema con sus dirigentes.

http://unahojaenelviento.blogspot.com

La soja de los cerdos

Ahora que nos sobra soja buscarían que Purina y Dog Chow repartan las retenciones en comedores comunitarios.

Autor:Alberto J.Lapolla( Ingeniero Agronomo-Genetista)

Primero: La soja por la que nos estamos peleando es la que come el Firulai. Y no es que no respeto a mi perro. Les cuento desde un principio:

Estado y economía: algunos aspectos relacionados a la biotecnología transgénica en la Argentina y sus efectos sociales

La “sojización” extrema de la Argentina (en 2004: 34.5 millones de toneladas, sobre un total de 70 millones de toneladas de granos, el 49.5%; 14 millones de has sembradas, el 54% del total del área sembrada) amenaza en principio con dos catástrofes a la nación: una ambiental y otra social. No puede dejar de advertirse una tercera posible en el plano económico, si al constituirse la soja en un monocultivo, por alguna razón los principales compradores de nuestra producción -China y la UE- dejaran de hacerlo

PROBLEMÁTICA ECONÓMICA

El modelo de producción agropecuaria como parte del modelo económico nacional

El análisis del desarrollo de la producción agropecuaria hacia el modelo de monocultivo de soja transgénica forrajera en que ha devenido la producción agraria argentina, debe enmarcarse en la evolución -más apropiadamente involución- del modelo económico nacional, desde uno de capitalismo industrial autosuficiente, con escaso o nulo endeudamiento externo, soberano, centrado en el mercado interno, con alta movilidad social, con alto nivel de distribución del ingreso, pleno empleo, satisfacción casi plena de las demandas de la población y de alta inclusión social, vigente entre 1945 a 1975 -y que de alguna manera perdurara hasta 1989- y su reemplazo por un retorno al modelo colonial de exportación de commodities -anteriormente llamado modelo agroexportador: “Argentina Granero del mundo”- vigente con otras formas entre 1862 y 1943, constituido a partir de la sumisión de la nación argentina en la globalización británica luego de las derrotas nacionales de Caseros y Pavón en la segunda mitad del siglo XIX.

A diferencia de entonces que exportábamos granos y carne, hoy exportamos granos -principalmente forrajeros-, petróleo crudo, gas natural, energía eléctrica y caramelos. Para poder exportar petróleo y gas, la Argentina que a través de décadas de trabajo serio de YPF y Gas del Estado había logrado el autoabastecimiento energético, pero no era un país con superávit en energía, debió detener primero y destruir luego su desarrollo industrial, siderúrgico, ferroviario, militar y naval, mediante la política de devastación nacional llevada adelante en dos etapas: primero en la época de la dictadura militar a través de su ministro de Economía, José A. Martínez de Hoz y luego por el gobierno de Menem entre 1989 a 1999.

Esta transformación macroeconómica, que ya ha costado enormes daños a la nación y que la devolviera a su estado colonial anterior a 1945, implica la política de dejar de pensar la producción y la actividad económica nacional desde el mercado interno, de interpretar el desarrollo nacional a partir de las necesidades de su pueblo y del país, para volver a generar un desarrollo desde y hacia afuera (modelo de factoría), es decir el motor de la producción no es la satisfacción de nuestras demandas y necesidades, sino las que reporta o necesita el mercado mundial, las que nos fijan los dueños del mercado mundial. Es así que dejamos de ser una nación y hemos retornado al estado de factoría neocolonial.

De no haber sido por la rebelión popular de diciembre de 2001, la Argentina se encaminaba, por vía de esta política de sumisión al capital financiero internacional, hacia la dolarización, la entrega de territorio por deuda (en función de la vieja apetencia norteamericana sobre la Patagonia y la Antártida Argentina) junto a la represión militar y policial a los pobres y hambrientos, es decir el inicio real de la disolución física de la nación. Una vez más en nuestra historia el pueblo salvó la nación.

Es en esta perspectiva en que el monocultivo de soja transgénica debe ser abordado como un emergente de la transformación neocolonial de la Argentina y no como causa de la misma. Si bien la expansión aparentemente incontrolable del monocultivo de soja transgénica forrajera es un grave problema que está afectando nuestra economía, la misma podría ser reemplazada por otro commoditie que ocupara su mismo rol, como materia de producción ‘nacional’ únicamente para las necesidades del mercado mundial.

Retorno al modelo de país factoría exportador de commodities

J. A. Martínez de Hoz fue muy claro respecto de los planes que para la nación tenía el nuevo mando capitalista por él representado, así en 1977 señaló: “Si la Argentina va a producir acero o galletitas lo va a decidir el mercado”. Por supuesto el “mercado”, es decir los dueños del mercado -las 40 o 50 empresas multinacionales a quienes se entregó la riqueza de la nación, dueñas de la Argentina- decidieron que produjéramos y exportáramos soja forrajera, petróleo crudo, gas natural y caramelos, haciendo realidad la profecía del creador de la deuda externa moderna.

Esta política fue desarrollada sin solución de continuidad por los sucesivos gobiernos habidos desde 1976 hasta el 19 y 20 de diciembre de 2001, con la solitaria excepción del año de 1984 cuando el ministro de Economía Bernardo Grinspung intentó una política diferente de retorno al modelo de desarrollo nacional, antes de ser reemplazado por el economista neoliberal Juan Vital Sourrouille. Desde entonces, las políticas económicas aplicadas destruirían una tras otra las transformaciones revolucionarias de la sociedad argentina realizadas por Juan Perón entre 1945 y 1948. De tal forma las políticas neoliberales y neocoloniales aplicadas producirían:

- La destrucción física de la clase trabajadora, que se había vuelto en ingobernable entre 1945 y 1973, reduciendo su número de 6.000.000 en 1976, a menos de 1.000.000 en diciembre de 2001 generando una política de desempleo creciente y de marginalización de la población, produciendo que entre 1990 y la actualidad la tasa de desempleo y subempleo alcanzara a casi un 40% de la PEA (Población Económicamente Activa) (la mayor de la historia argentina), es decir, mucho más de la mitad de la población total del país, como política central de disciplinamiento social.

- La destrucción de la industria nacional mediante varias medidas tales como la financierización del capital, política que los argentinos conociéramos como ‘Plata dulce’, y convertibilidad luego; la apertura desenfrenada de la economía; la liquidación de todas las formas de protección y estímulo para nuestra industria; encareciendo el crédito hasta los niveles de saqueo y expropiación por el capital financiero de la pequeña y mediana propiedad industrial y agrícola, haciendo desaparecer ramas enteras de la economía. Las privatizaciones de los sectores estratégicos por el gobierno de Menem completarían el golpe final contra la posibilidad de decidir nuestro futuro industrial independiente.

- El endeudamiento ficticio e ilegítimo de la nación para impedir una política estatal soberana, atando nuestro desarrollo a los dictados de los poderes económicos imperiales: la deuda externa era menor a 6.000 millones de dólares en marzo de 1976, de 45.000 millones en diciembre de 1983, de 65.000 millones en 1989, de 160.000 millones en 1999 y de 220.000 millones en 2001.

- La devolución a la burguesía terrateniente de la parte de la renta agraria que las reformas de 1940 en adelante –Junta Nacional de Granos (J.N.G.), Junta Nacional de Carnes (J.N.C.), Instituto Nacional de Vitivinicultura (I.N.V.), Instituto Nacional del Algodón, juntas reguladoras, precios sostén, etc., habían extraído para equilibrar la economía nacional e industrializar la nación. Está demás aclarar que dicha devolución de Renta fue a parar a las manos de los latifundistas, y no a la de los pequeños y medianos productores que en número de más de 260.000 perdieron sus propiedades.

Esta devolución de la renta produjo una recapitalización suntuaria de dicha burguesía terrateniente y una consociación aun mayor de la misma con el capital multinacional, en desmedro del desarrollo industrial y soberano de la nación. La renovación anual de maquinaria altamente sofisticada, las camionetas 4×4, la importación descontrolada de insumos agrícolas y agrotóxicos, así como altos gastos suntuarios, no ha repercutido en un aumento de las condiciones de vida de la población en su conjunto, sino por el contrario en la expansión de la pobreza, el desempleo, la concentración de la riqueza, la indigencia y en desmedro del desarrollo industrial del país.

- Una política de hambre y de menor consumo de alimentos de la población tal cual anunciara J. A. Martínez de Hoz ya en 1967 en su libro ‘la Agricultura y la Ganadería argentina en el periodo 1930-1960’ donde criticaba la forma en que el Gobierno Peronista (1945-55) había desincentivado las exportaciones agrícolas, señalando que el problema surgía “por el gran consumo interno de alimentos de los Argentinos” (Martínez de Hoz, 1967). Pensamiento que da la razón a Juan José Hernández Arregui (Op.cit.1973) cuando afirmaba: “Cuando después de 1946 una mejor distribución de la riqueza elevó al pueblo, esa clase infecunda y perversa vio demagogia y despilfarro porque el pueblo comía”.

- Una política de revanchismo social y de distribución regresiva del ingreso: en 1955 la clase trabajadora recibía el 54% del Ingreso nacional, en 1973 se había reducido al 38%, en 1974 había recuperado al 48%, en 2001 había caído al 18%. Desde otras proporciones esta política de revanchismo social –ideológicamente motorizada por los voceros de la burguesía terrateniente- se expresa así: el 20% de la población más rica posee el 54% de la Renta nacional, el 20% más pobre sólo recibe el 5.2% de la RN, siendo que la transferencia de ingreso de los sectores bajos y medios a la cúpula social fue de 27.4 mil millones de dólares por año, es decir más de 274.000 millones de pesos-dólares entre 1990 y 2001. (1)

Esta política aplicada con dosis de violencia y recetas económicas inflacionistas, daría como resultado la destrucción física de dos clases sociales argentinas; la clase obrera industrial y la burguesía industrial independiente representada en el proyecto de la CGE (Confederación General Económica) y Perón, así como allanaría el camino a la entrega del patrimonio nacional que de otra manera habría sido resistido por la mayoría de la nación argentina.

Ya en 1971 la burguesía industrial vinculada al capital multinacional agrupada en la Unión Industrial Argentina (UIA) era muy clara respecto de su visión del país futuro, el presidente de la UIA, Elvio Coelho había hablado blanco sobre negro con el sociólogo norteamericano James Petras, por entonces de visita en la Argentina: “A pesar de todo, no creo que ellos (los guerrilleros A.J. Lapolla) fueran el motivo central del golpe militar que se planeaba en la Argentina (el de 1976. AJL). Ya en 1971 me había impresionado un diálogo que mantuve, si mal no recuerdo, con Elvio Coelho, entonces Presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA). Yo le preguntaba porque no se lanzaban a la industrialización como en Brasil” “-Porque los sindicatos son demasiado fuertes y eso nos llevaría a una guerra civil- contestó. - Pero, ¿por qué no lo intentan? -Porque podemos perder - dijo” (Citado por M. Seoane en 21) Juan Alemann confirmaría, luego de producido el genocidio en 1979, la preferencia de la gran burguesía por esta política: “Con esta política (la represión y los 30.000 desaparecidos. AJL) buscamos debilitar el enorme poder sindical que era uno de los grandes problemas del país. La Argentina tenía un poder sindical demasiado fuerte, frente al cual era imposible el florecimiento de cualquier partido político, porque todo el poder lo tenían ellos. (..) Hemos debilitado el poder sindical y esta es la base para cualquier salida política en la Argentina”. (Citado por M. Andersen en 22) Estas terribles palabras no fueron en vano: el 58% de los 30.000 desaparecidos eran dirigentes sindicales de base.

Esta política dejaría entonces como ganadores a la burguesía terrateniente y a las empresas multinacionales con el capital financiero asociado a ambas, con la consiguiente devastación y saqueo nacional que las cifras y la realidad muestran. Como ejemplo de esta nefasta consociación cabe señalar que 17.000.000 de hectáreas son ya propiedad de empresas extranjeras y que empresarios ¡argentinos! poseen casi 150.000 millones de dólares depositados en el exterior. Es en este modelo de rediseño de la nación que los vencedores del largo conflicto 1955-1976 realizaron, que se enmarca la aparición del monocultivo de soja transgénica forrajera.

Ausencia del Estado: una política de Estado

Hay quienes señalan que esta situación se produjo por responsabilidad de la ausencia de Estado hacia la política agropecuaria, nosotros creemos que ese es el efecto de una política buscada, en realidad de una política de Estado hacia el agro y la economía en general. Es decir devolver la conducción del proceso económico a la burguesía terrateniente y al capital multinacional con el sector financiero asociado. De allí que la Argentina haya dejado de producir alimentos para su población y materias primas para su industria exportando el excedente, para dedicarse a hacer aquello que el “mercado mundial demanda” y que favorece a la burguesía terrateniente, hoy como ayer palanca de dominación imperial en la Argentina.

Desde 1967, fecha en que el dictador Onganía promulgara la “Ley” Raggio modificando el sistema de arrendamientos rurales y que expulsara a decenas de miles de productores pequeños y medianos de las tierras que habían trabajado honestamente desde que en 1945, Perón prefiriera una ley de congelamiento de arriendos en lugar de una Reforma Agraria como propiciara al comienzo de su gobierno, la política del poder económico ha sido expulsar a los chacareros y concentrar la propiedad de la tierra.

Fue el Ing. Ingaramo, miembro del equipo de D. Cavallo, quien señalara en 1990: “en la Argentina deben desaparecer 200.000 productores agropecuarios por ineficientes” (Clarín, 1991).Casi lo logra: entre 1990 y 2001 desaparecieron 160.000 productores, el 35% de ellos en la pradera pampeana, peor aún: desde la antedicha Ley Raggio en 1967 hasta el 2001 se perdieron 260.000 productores. Mientras tanto el sector terrateniente recuperó y amplió sus tierras: el 49.6% de la tierra del país pertenece a 6900 propietarios (Censo Nacional Agropecuario, 2002). Si pensáramos en términos de una familia tipo, cosa no del todo cierta ya que “nuestros” terratenientes suelen ser muy prolíficos, hablaríamos de menos de 28.000 personas dueñas de la mitad de las tierras cultivables de la nación. Ni Rivadavia con su Enfiteusis pudo hacerlo mejor.

Ha sido una política de Estado, disolver la JNG, la JNC, el INV, entregar al capital multinacional el comercio exterior argentino, los puertos de embarque de nuestra producción, destruir los silos y plantas de almacenamiento de la JNG, destruir y privatizar los ferrocarriles - único país en el mundo que destruyó su red ferroviaria, la mayor de América Latina- , privatizar las rutas construidas por la nación y las provincias, privatizando -y encareciendo- el transporte de nuestra producción.

Fue el Estado quien eliminó los precios sostén y compensatorios que permitían estimular determinadas producciones necesarias para el país, corregir distorsiones y proteger al pequeño y mediano productor de la voracidad del “mercado” -los terratenientes y la banca privada-, fue una política deliberada destruir el INTA, vaciarlo de contenido y rol, entregando el germoplasma nacional y sus estudios agroecológicos argentinos -una riqueza de carácter estratégico y geopolítico- a las multinacionales granarias y agroquímicas, poniendo en riesgo la soberanía alimentaria y el control independiente de la producción agropecuaria nacional.

Fue el Estado nacional a través de una resolución del entonces Secretario de Agricultura Ing. Felipe Solá, el que autorizó en 1996 - sin estudios previos que los avalaran- los cultivos transgénicos, transformado a nuestro país en el mayor productor de los mismos en el mundo, contaminando de manera irreversible nuestro ecosistema y produciendo afectaciones desconocidas al futuro del mismo y a la salud del pueblo argentino.

Fue el Estado quien privatizó el petróleo nacional –único país sobre la tierra que entregó su petróleo a otro sin haber sido invadido militarmente- dejando de producir combustible barato para el agro y la industria: Repsol (de España) prefiere importar gas oil y exportar petróleo crudo, quedándose con la diferencia. De tal forma ningún cultivo que necesite más de una labor –la mayoría- incluidos algunos estratégicos como el maíz, el algodón, el arroz o el girasol, pueden competir con la soja RR que legitimara el citado funcionario.

Es el Estado quien no aplica ninguna política de modificación diferencial de las retenciones para permitir el cultivo de otras producciones, y permite que el glifosato cueste un tercio de lo que vale en los EE.UU., difundiendo masivamente su uso, mientras que los EE.UU., mediante una política de precios sobre los agroquímicos y las semillas transgénicas, sólo produce un 40% de soja transgénica del total de la soja producida. Nosotros que parecemos más norteamericanos que ellos producimos el 99% de soja RR.

Es el Estado quien no practica una política de defensa de los pequeños y medianos productores que no pueden acceder al paquete de alta y cara tecnología que implica el paquete de Siembra Directa, control de malezas con Glifosato y cultivo de soja RR, modelo que arrasa las poblaciones rurales, destruye el empleo rural, pauperiza, precariza a los trabajadores y expulsa a los pequeños productores. Según cifras del Censo Nacional Agropecuario 2002, la explotación media de la región pampeana pasó de 257 hectáreas (en los ’80 a 538 hectáreas en los ’90. Para quienes desean que seamos como los norteamericanos allí la propiedad media actual es menor a 250 hectáreas y en la Unión Europea la misma orilla las 10 hectáreas (Censo Nacional Agropecuario, 2002), es decir, nuestra política agraria –pese a lo que sostiene el lobby sojero-monsantiano- va a contramano de la política agraria de los principales países del mundo. No de lo que ellos nos dicen que hagamos por cierto, sino de lo que realmente hacen en sus países que es lo realmente importante.

Ha sido la política del Estado de beneficiar la expansión del monocultivo de soja en detrimento de otras producciones la que ha permitido que se haya reducido más del 44,1 % de la superficie cultivada de arroz, más del 26,2 % de maíz, más de 34.2 % de girasol, más del 3.5 % de trigo, 10 veces la superficie de algodón (de 700.000 hectáreas a menos de 70.000), que hayan cerrado el 27.3% de los tambos (Censo Nacional Agropecuario, 2002; Pengue, 2003), que zonas como San Pedro en la provincia de Buenos Aires hayan perdido el 50% de los montes frutales y plantaciones de vivero para ser reemplazadas por cultivos de soja RR, con la aparición del hambre y el desempleo desconocido hasta entonces (Boy, ). De la misma manera sólo entre 1998 y 2002 el área forestal se redujo en más de 510.000 hectáreas (Pengue, 2005), aun cuando un informe reciente señala una reducción sólo para Santiago del Estero de 2.768.000 hectáreas hasta el 2004 (Mariot, 2004). Por las mismas razones, cultivos directamente vinculados a la alimentación popular como la papa, la batata, la lenteja, la arveja, distintos tipos de maíz y de hortalizas han visto reducidas enormemente su producción y área de cultivo.

Ha sido esta política de Estado la que ha permitido que la Argentina dejara de producir la “mejor carne del mundo” criada a campo y con pastoreo a cielo abierto y que en lugar de prepararnos para abastecer y ganar posiciones en el gigantesco mercado asiático emergente y en expansión, que alberga más de la mitad de la población mundial, nos transformáramos en proveedores de forraje barato para quienes se preparan a abastecer dichos mercados con ganado criado con ‘commodities’ producidos en nuestras pampas. Hoy los EE.UU., China y la Unión Europea exportan carne a dichos mercados mientras nosotros producimos soja transgénica forrajera para alimentarles el ganado. No sólo eso: cuando la enfermedad de la “vaca loca” arrasara la producción bovina europea, nuestros funcionarios, movidos por la misma mentalidad colonial que nos gobierna desde 1976, corrieron presurosos a auxiliar a nuestros competidores con semen y reproductores de nuestros mejores planteles ganaderos. ¿Viveza criolla?

En síntesis lo que queremos señalar es que no es que el Estado ha estado ausente sino que el mismo estuvo presente con una política que produjo estos resultados. Se requiere cambiar la política del Estado hacia el campo por otra política activa, nacional, que reoriente la producción agropecuaria en función de las necesidades del país y no de las empresas multinacionales que hoy gobiernan nuestra producción agraria. Es decir volver a pensar en el mercado interno como eje de nuestro desarrollo. Eso implica entre otras cuestiones, una política de retenciones diferenciales, precios sostén y compensatorios, protección de producciones mediante subsidios y créditos especiales, protección del pequeño y mediano productor, entrega de tierras, una política de recolonización agrícola, de control sobre las propiedades extranjeras sobre nuestra tierra, la recuperación de una política soberana de semillas y de defensa de la producción de las mismas por el productor, devolviendo al INTA el papel histórico jugado en el desarrollo de una tecnología nacional agropecuaria y el control y secreto sobre sus investigaciones.

CONSECUENCIAS DEL MONOCULTIVO DE SOJA TRANSGÉNICA

Sociales

La “sojización” extrema de la Argentina (en 2004: 34.5 millones de toneladas, sobre un total de 70 millones de toneladas de granos, el 49.5%; 14 millones de has sembradas, el 54% del total del área sembrada) amenaza en principio con dos catástrofes a la nación: una ambiental y otra social. No puede dejar de advertirse una tercera posible en el plano económico, si al constituirse la soja en un monocultivo, por alguna razón los principales compradores de nuestra producción -China y la UE- dejaran de hacerlo.

La catástrofe social está a la vista. A lo largo de su historia el pueblo argentino casi no conoció el hambre masivo. Pese a que las políticas regresivas implementadas luego de 1955, produjeran importantes bolsones de pobreza regionales, es posible señalar sin embargo, que en el largo período histórico de 1945 a 1990 el pueblo argentino desconocía el hambre generalizado.

Hoy la situación es irreconocible: la Argentina el otrora “granero del mundo”, el país de la “mejor carne del mundo”, posee una población mal alimentada y con altos índices de indigencia. Entre 18 y 20.000.000 de personas (el 50% de una población de 38.000.000) se encuentran bajo el nivel de pobreza; de 4.500.000 a 6.000.000 son indigentes (es decir que pasan hambre extremo) y cerca de 4.5000.000 están desempleados.

La Argentina produce la mayor tasa de alimentos por habitante del mundo con sus más de 70 millones de toneladas de granos, sus 46 millones de cabezas de ganado bovino, una cifra similar de ovinos, otra mayor de porcinos, una importante producción láctea, que arrojan 3500 kg de alimentos por habitante por año. Sin embargo tal masa de productos alimenticios es testigo del mayor hambre y genocidio social de nuestra historia: hoy, y en forma ininterrumpida desde 1990, en la Argentina se asiste a un verdadero genocidio social: 55 niños, 35 adultos y 15 personas mayores mueren diariamente por razones o enfermedades vinculadas al hambre (IDEP, 2003). Lo que arroja la escalofriante cifra de 450.000 personas muertas de hambre entre 1990 y 2003. Un verdadero genocidio social que empalidece el realizado por el terrorismo de Estado realizado por la dictadura militar con sus 30.000 detenidos-desparecidos.

Al mismo tiempo la degradación de las condiciones del trabajo y del empleo a que hicimos referencia, ha producido una pérdida marcada de los derechos laborales y sociales conquistados por los trabajadores en más de un siglo de luchas: el salario promedio de abril de 2004 es de 552$ mensuales, mientras que la línea de pobreza se encuentra en 789$, es decir que el grueso de los trabajadores ocupados cobran salarios un 30% por debajo de la línea de pobreza. O lo que es lo mismo el trabajo no impide sortear el hambre. Agravando la situación según cifras del ministerio de Trabajo el 47% del empleo en el país es informal.

Es de destacar que las cifras de pobreza e indigencia se multiplicaron y estabilizaron en tamaña magnitud de catástrofe social, en el mismo período en que la soja transgénica RR se instalara como cultivo principal de la Argentina. Este hecho incontrastable desmiente los argumentos de las multinacionales del sector y demás corporaciones dueñas de la producción de semillas transgénicas en el mundo, en el sentido de propaganda sostenido por ellos, que los cultivos transgénicos servirán para resolver el hambre en el mundo. El ejemplo de la Argentina tan rica, llena de transgénicos y con su escasa población para tan inmenso territorio, hambreada y empobrecida demuestra la falacia sostenida por los vendedores de semillas genéticamente modificadas.

La desaparición de fuentes tradicionales de alimentos baratos para la población tales como la batata, la papa, la lenteja, la arveja, el haba, varios frutales, la carne de cordero, la miel; la desaparición de gran cantidad de horticultores corridos por las fumigaciones de glifosato que destruyen sus cultivos lindantes con los de soja -entre el 14 al 78% del glifosato fumigado sale fuera del sitio de aplicación y se ha observado una deriva de hasta 800 m, registrándose una perdurabilidad en el suelo de 1 a 3 años (Botta y Selis, 2003). También son corridos por la alta rentabilidad de la soja RR que desplaza a las pequeñas producciones intensivas, aumentando los precios de los alimentos.

La propagación de los híper y supermercados -los cuales sólo en el conurbano bonaerense entre 1990 a 2000, produjeron el cierre de más de 400.000 comercios familiares, es decir alrededor de 1.600.000 puestos de trabajo perdidos (Neffa, 2000) y las redes de minimercados vinculados a los anteriores, impiden el libre acceso de la población a los alimentos. A esta situación debe sumarse que el grueso de los pobres son urbanos, en general desempleados industriales o sus hijos -en algunos regiones y asentamientos ya hay dos generaciones de desempleados- sin acceso a la posibilidad de cultivar sus alimentos, debido a la pérdida de conocimientos rurales de una población que es mayoritariamente urbana y a la ausencia de tierra propia para sembrar. Estos factores coligados impiden la otrora saludable autonomía alimentaria de los argentinos. La no eliminación o sensible reducción del IVA a los productos de la canasta familiar juega en el mismo sentido.

Esta situación será aun más grave si se legaliza producción de maíz RR (también transgénico y resistente a glifosato) que produce la empresa Monsanto, que no sólo duplicará -por lo menos - los mas de 150 millones de litros anuales de herbicida glifosato que se usan en el sistema bajo análisis , sino que además por ser el maíz una planta de polinización cruzada, no existirá para el productor la posibilidad de eludir la compra anual de semilla a la empresa, compra que hoy de alguna manera se elude en la soja RR mediante la llamada “bolsa blanca” situación que de alguna manera evita el control monopólico sobre la simiente y permite cierta tolerancia del sistema para los productores sobrevivientes de medianos recursos. En el caso del maíz -y es esta la razón de la presión de Monsanto sobre el gobierno al anunciar su retiro del negocio de la soja RR- la “bolsa blanca” no será posible y toda autonomía del productor respecto de la simiente desaparecerá.

Es en la magnitud de la dimensión social que estamos analizando, que debe entenderse la trágica decisión que implica que la Argentina haya dejado de producir alimentos para su población como objetivo principal de su producción agrícola y que en cambio se dedique a la producción de commodities y materias primas requeridas por el “mercado mundial”. En una visión estrictamente macroeconómica, aparece como si el poder económico mundial destinara a nuestro país a producir soja RR en su exclusivo beneficio, alterando significativamente las líneas de desarrollo nacional. En última instancia producimos soja RR para obtener divisas para pagar deuda externa. Ilegítima por cierto.

La Siembra Directa: “la segunda revolución de las pampas”

El monocultivo de soja RR se realiza bajo un paquete tecnológico compuesto por la semilla transgénica RR patentada por Monsanto, resistente al herbicida glifosato. Lo cual permite su uso abundante para combatir las malezas de la soja unido al sistema de siembra sin labranza y sin labores conocido como Siembra Directa o de barbecho químico. Nos referiremos aparte y en particular a las implicancias que la misma tiene sobre la ecología del suelo, por lo que queremos referirnos aquí a sus implicancias sociales.

Todos los críticos del monocultivo de soja RR coincidimos en general que, sin dejar de ser grave el tema de la contaminación genética irreversible que presenta la propagación de la soja RR, es en el paquete tecnológico que la acompaña donde se encuentra el mayor peligro.

Preocupación que parece estar empezando a llegar al INTA, luego de un largo silencio: “Estamos experimentando algunos problemas de resistencia de malezas, pero no están todavía en una escala tan grande como para afectar los rendimientos seriamente o para poner en peligro el futuro del cultivo de soja”, dice Carlos Senigalesi director de proyectos de investigación del INTA. Él cree que es la tendencia de los productores a cultivar nada más que soja, más que la prevalescencia de los cultivos genéticamente modificados (GM) lo que se encuentra en la raíz del problema. “La monocultura no es buena para los suelos o para la biodiversidad y el gobierno debería empujar a los chacareros a retornar a la rotación de cultivos”, dice Senigalesi. “Pero aquí todo fue dejado al mercado. Los productores no tienen una apropiada orientación por parte de las autoridades. No hay subsidios, ni precios sostén. Pienso que debemos ser el único país del mundo, donde las autoridades no tienen un plan apropiado para la agricultura, sino que lo dejan todo a las fuerzas del mercado” (11). (Carlos Senigalesi citado por Sue Brandford, 2004)

También con retraso la dirección del INTA expresó en diciembre de 2003 su preocupación por la situación creada, al señalar “el desordenado proceso de desarrollo de la agricultura”, y que “dado que no hay señales de mercado asociadas con las dimensiones social y medioambiental, estas son generalmente ignoradas en el proceso decisorio, generándose distintos desequilibrios. El restablecimiento de los mismos requiere la incorporación de estos costos adicionales de manera de garantizar la sustentabiliadad tanto de recursos naturales como la del tejido social que integra los sistemas de producción”. Advirtiendo que “si nada se hace, la declinación de la producción sería inevitable y que el stock de recursos naturales del país sufriría una degradación -posiblemente irreversible- tanto en cantidad como en calidad”. Reclamó cambios en las prácticas agrícolas en la pradera pampeana, señalando que “la combinación de siembra directa con el monocultivo de soja no era compatible con la sustentabilidad de la agricultura” (Clarín Rural, 2003).

Entre los costos ambientales que señala el INTA, habría que ubicar en primer lugar -por su gran costo en vidas- a las inundaciones de Santa Fe de 2003, consecuencia casi directa de la expansión del sistema SD-Soja RR-Glifosato por el Norte de Santa Fe, el Sur de Santiago del Estero y el Norte de Córdoba, que implicó el desmonte sin control de la vegetación arbustiva existente, vegetación que retenía gran cantidad de agua y a la propagación del sistema de Siembra Directa -no labranza - que si bien disminuye la erosión hídrica -hecho incontrastable y su mayor mérito- aumenta de gran forma el escurrimiento superficial de agua. Esto unido al corrimiento de las isohietas de 600 hasta 750 mm hacia Santiago del Estero -en un ciclo húmedo de incierta duración- que aumentaron enormemente el caudal de agua arrastrado por la Cuenca del Río Salado, todo sumado a la absoluta inacción del gobierno de Santa fe y la destrucción de los entes de regulación y control de aguas que la política de destrucción del Estado antedicha ocasionara.

Otro de los costos no incluidos en la ecuación es el correspondiente a la reposición de los nutrientes extraídos por la soja y exportados en sus granos y no calculados en la sustentabilidad del ecosistema: 900 millones de dólares anuales según un informe de W. Pengue(2003).

Pese a los argumentos desaforados de los que hablan de la “segunda revolución de las Pampas” -a pesar que nunca conocimos de la existencia de una primera- los resultados sociales de la expansión del paquete soja RR-Glifosato-Siembra Directa está produciendo hechos que más bien hablan de una contrarrevolución de las Pampas o de una segunda etapa de desarrollo del capitalismo agrario argentino, tanto o más expulsivo y concentrador de la riqueza y la tierra que aquél que se produjera entre 1862 y 1880 y que diera por resultado los tres genocidios constituitivos de la República liberal-conservadora, que nos atara a la globalización Británica de la segunda mitad del siglo XIX, contra la cual habían luchado nuestros patriotas fundantes desde 1806.

Primero fue el genocidio de los federales realizado por Mitre y Sarmiento, en su “disciplinamiento” a sangre y fuego del interior (entre 8.000 y 11.000 paisanos pasados a degüello por Sández, Irarzábal y Paunero, equivalentes a más de 200.000 argentinos de 1976), seguido por el de los paraguayos, negros y criollos de ambos lados masacrados en la Guerra de la Triple Alianza (750.000 varones paraguayos asesinados o remitidos como esclavos a Brasil, sumados a varios miles de argentinos muertos en la guerra) y el genocidio Mapuche realizado en la mal llamada “Conquista del Desierto” (en realidad robo de las tierras Mapuches y Pampas) por el genocida Julio Roca.

Estos genocidios constituitivos de la hegemonía económica y política de la burguesía terrateniente, que privarían a las masas populares -y luego a los inmigrantes- del libre acceso a la tierra en forma opuesta a lo que ocurriera en la revolución Francesa, en los EE.UU., o en la revolución Rusa de 1917, serían coincidentes con similares hechos ocurridos sobre la población originaria en el mismo período en los EE.UU., Canadá, Sudáfrica, Australia, China, India, otras regiones de África y de la América del Sur. Matanzas de millones de pobladores originarios producidas en la segunda mitad del siglo XIX por las potencias de Europa Occidental y que permitirían la localización de la población sobrante europea que arrojaba al hambre y el desempleo la Segunda Revolución Industrial producida por la máquina de vapor. Dicha política estratégica de las Grandes potencias europeas (primero Inglaterra y Francia, luego con Alemania y los EE.UU) permitiría liberar amplias zonas de territorio mundial para ubicar dicha población sobrante -más de 50 millones de personas entre 1850 y 1900 (Argumedo, 1996) impidiendo o retrasando de esa manera la revolución social en Europa, situación que Karl Marx describiría como que “América impide la revolución en Europa”. O más claramente “la Marcha al Oeste en los EE.UU., diluye continuamente la lucha de clases y actúa como factor de aplastamiento revolucionario en los EE.UU., y en Europa”(14).

Un reciente trabajo de los Dres., G. Botta y D. Selis de la Universidad Nacional de La Plata muestra de alguna manera las conexiones existentes entre la primera contrarrevolución de las Pampas y esta segunda (Botta y Selis, 2003). Según los autores el paquete tecnológico de referencia vinculado al cultivo de soja RR, está produciendo: una fuerte disminución del trabajo agrícola permanente y por ende del número de trabajadores rurales; un aumento de los trabajadores agrícolas temporarios; una fuerte concentración de la tierra; una disminución del número de explotaciones agrícolas; un marcado aumento de la pobreza; la marginalidad; la precarización laboral y el hecho novedoso consecuencia de los dos primeros factores, cual es la expulsión del proletariado rural de los campos y su localización como población marginal y miserable, no sólo en las grandes ciudades sino ya en las propias aldeas o poblados rurales, no pudiendo ser absorbido por una industria devastada, constituyendo así un nuevo núcleo de desplazados y hambrientos en la masa de desocupados que pueblan la Argentina y que se observan en la mayoría de las ciudades y pueblos del país y en particular en la distribución de los planes Jefes y Jefas de Hogar.

Los autores señalan un hecho estructural de la técnica de la Siembra Directa como causante de esta tragedia social (que algunos llaman progreso -o más cínicamente como “costos del progreso” y que los técnicos del BM, del FMI o de la Escuela de Chicago denominan “tasa de sufrimiento del ajuste estructural”.

La desaparición de labores y preparación del suelo durante todo el año que la nueva técnica trae aparejada se observa en que el Tiempo Operativo de la Labranza Tradicional era de 3 horas-hombre por hectárea, en la Siembra directa es de: 40 minutos-hombre por hectárea. Esta reducción implica la pérdida de 4 de cada 5 puestos de trabajo en la agricultura bajo el régimen de Soja RR-SD-Glifosato (Botta y Selis, 2003).

De alguna manera la siembra directa repite la misma tasa de desempleo que ocurriera con la aparición de la robotización y la automatización a partir de los ‘80, también allí la tasa de desempleo era de 4 cada 5 puestos de trabajo, lo cual generó la grave crisis social que aún aqueja a 2/3 partes de la humanidad provocando cifras de hambre, desnutrición y mortandad que habían sido superados luego de la Segunda Guerra Mundial.

Esta situación ha sido reconocida por el subsecretario de política Agropecuaria de la nación, Claudio Sabsay quien aceptó en un reportaje que “por cada 500 has que se incorporan a la superficie sembrada con soja se agrega sólo un empleado” (De La torre, 2004).

En un sentido este salto tecnológico puede compararse al enorme desarrollo producido por la ciencia y la técnica entre 1945 y 1975. Período donde la revolución científico-técnica actual comenzó su expansión. Sin embargo este período, “los 30 dorados”, tiene los índices sociales más altos y benéficos de la historia conocida de la humanidad, ya que la los índices del hambre, de empleo, de mortandad, de desarrollo social, de distribución del ingreso, de longevidad, de salud, de educación de desaparición de enfermedades endémicas, etc., son los mejores de la historia.

Es decir que en este caso el enorme salto tecnológico producido entre el mencionado período, no produjo desempleo sino todo lo contrario, es decir pleno empleo. ¿Por qué?

Porque es en ese período cuando la jornada de trabajo soporta la mayor reducción de la historia: en 1939 cuando comienza la II Guerra Mundial la jornada de trabajo legal era cercana a las 12 horas diarias; a partir de 1945 cuando el nazismo fue derrotado y la bandera del Ejército Rojo flameó sobre el Reichstag, la jornada laboral legal disminuyó a 8 horas diarias, produciendo la mayor tasa de empleo y bienestar social de la historia conocida del capitalismo, dando origen a la etapa conocida como Estado de Bienestar. Es decir que la historia muestra que el avance técnico -en el sentido que la Siembra directa pueda serlo- no tiene porqué generar desempleo si se incluye el aumento del bienestar de la población como la primera condición económica a cumplir. Esto implica considerar en el planeamiento económico la introducción de mejoras en el proceso productivo, la distribución de los beneficios que la mejora introduce en el proceso del trabajo, incluyendo por supuesto la distribución del trabajo generado entre la población, a través de la reducción de la jornada de trabajo o la distribución de la tierra.

Coincidentes con las cifras precedentes, los autores Botta y Selis señalan que los principales sectores sociales perjudicados por este proceso son el proletariado rural y los pequeños y medianos productores que tienden a desaparecer cediendo su tierra a los pools de siembra o a propietarios mayores.

Advierten a su vez que la situación es de tal gravedad que el INTA Marcos Juárez -el mayor difusor de la Siembra directa- ha advertido recientemente que no son viables las producciones rurales menores a 190 hectáreas(Botta y Selis, 2003). En Pergamino, Martínez y Dougnac, trabajando con los datos de los Censos Nacionales Agropecuarios de 1988 y 1999 muestran que la situación de concentración de la tierra que produce el sistema de Siembra directa-sojaRR-glifosato es de tal magnitud que la expulsión o disminución de productores sólo cesa cuando la extensión de los predios llega a las 500 has (Botta y Selis, 2003). Esta situación nos remite a la grave concentración de la tierra a que hiciéramos referencia al principio y resumiremos en que 6900 propietarios son dueños del 49.6% de la superficie cultivable de la nación y si hasta los ‘80 la superficie promedio pampeana orillaba las 252 Has (el promedio nacional subía a 421 Has), en la actualidad la misma ha crecido a las 538 Has. Aspecto que ilustra desde el panorama agropecuario a la política de revanchismo social y distribución regresiva de la Renta Nacional a la que hiciéramos referencia.

Algunos efectos del monocultivo de soja RR sobre la salud de la población

Si bien tiene también relación con los aspectos ecológicos, no podemos dejar de ubicar entre los efectos sociales de la expansión del monocultivo de soja RR la grave contaminación que está produciendo el excesivo uso de plaguicidas en dicho sistema y los efectos sobre la salud de la población que se manifiestan en alergias, cáncer y enfermedades autoinmunes, como ya se han reportado en Barrio Ituzaingó Anexo en Córdoba donde se han hallado restos de plaguicidas vinculados al monocultivo de soja RR -Endosulfán, Paraquat, Diquat- en tanques de agua y en las calles de tierra, habiéndose registrado ya más de 130 casos de cáncer y enfermedades similares en la población lindera a las fumigaciones. Casos similares se han reportado en Loma Sené, en Formosa, Pueblo Italiano, Río Ceballos, Saldán, Alto Alberdi, Jesús María y Colonia Caroya todos en Córdoba.

En el mismo sentido es necesario señalar los efectos nocivos que puede arrojar el consumo de soja forrajera transgénica para la alimentación de la población carenciada, cuestión señalada como deseable por los grandes productores de soja, quienes en un gesto demagógico e irresponsable, ofrecieron regalar soja RR a los comedores populares, para mitigar el hambre de los millones de pobres que el propio monocultivo de soja está expandiendo por la nación.

En su momento luego de felicitarlos el gobierno de Duhalde debió emitir un comunicado a través de la Secretaría de Salud de la Nación prohibiendo el uso de soja en la alimentación de niños menores de cinco años y para mujeres embarazadas, advirtiendo sobre los peligros de su uso masivo en la alimentación, ya que la soja forrajera transgénica no es apta para consumo humano. Por supuesto dicha comunicación fue apenas difundida cubriendo las espaldas del gobierno de entonces, que no quería malquistarse con el pool sojero el cual según señalan algunos “aporta 2700 millones de dólares para los planes sociales”. Planes sociales que -justo es decirlo- son necesarios por el hambre y la desocupación que el propio modelo de exportación de commodities genera.

Sin embargo dicho comunicado reconoció lo que va siendo un secreto a voces y es que la soja tanto transgénica como la común, no es apta para consumo humano en forma directa, pues puede afectar la salud en casos de ingestas abundantes y frecuentes como la pretendida para los comedores de los pobres: dos raciones diarias de soja como único alimento.

En las poblaciones de Oriente de donde la soja es originaria, la misma no es consumida en forma directa, ni en forma frecuente como grano -sí como brotes de soja- sino que es fermentada y transformada en subproductos, siendo consumida pocas veces al año, ya que el principal destino del grano de soja en Oriente es la cría de cerdos, destino al cual sirve también el grueso de nuestra producción de soja.

Entre otros aspectos de riesgo la soja posee un alto contenido de fitoestrógenos (isoflavonas), que si bien pueden ser beneficiosas para las mujeres de edad avanzada, pues disminuyen las posibilidades de cáncer y atenúan los efectos de la menopausia, no lo es para las mujeres jóvenes o para las niñas, ya que sus efectos son equivalentes al consumo de dos pastillas anticonceptivas diarias, lo que produce serias alteraciones en el desarrollo de la sexualidad de los jóvenes alimentados con ‘soja solidaria’ adelantando el inicio de la menstruación y la diferenciación sexual en las niñas y alentando rasgos feminoides secundarios en algunos varones. Arriesgando la capacidad reproductiva de la población en el futuro.

Algunos informes señalan que la soja afecta los metabolismos del Calcio y de la vitamina D, produciendo raquitismo en niños alimentados por ella, caída de dientes y pérdida de esmalte dental, así como osteoporosis en adultos. También produce deficiencia de Zinc (Boy, 2003). Investigadores de la Facultad de Odontología de la UBA informaron efectos producidos sobre niños con altos consumos de los jugos realizados en base a la llamada “leche de soja” que producían pérdida de piezas dentales, de esmalte y disminución de densidad dental vinculado a efectos sobre el metabolismo del Calcio (Sánchez y Fernández, 2002).

Está claro que estos efectos de la soja como alimentos se ven agravados por el carácter transgénico de la soja producida en Argentina. Dado que al introducir material genético extraño a una especie no sólo se está modificando una característica deseada, como es en este caso la resistencia al herbicida glifosato, sino que se está alterando otro tipo de rasgos aún desconocidos que requieren largos ciclos de investigación y análisis, tiempos no coincidentes con el rápido deseo de ganancia o beneficio de las empresas privadas multinacionales, que producen y son dueñas de estas variedades transgénicas. Sí puede señalarse que la transgenia afectará de alguna manera la síntesis y química de las proteínas de los materiales GM y por ende afectará la salud de los consumidores en el presente o en el futuro. Principalmente en los aspectos vinculados con las afecciones producidas alrededor de la química de las proteínas: cáncer, alergias, enfermedades autoinmunes y algunos otros efectos que aun desconocemos. El Profesor de la UNAM Gian Carlo Delgado Ramos (2003) ha reportado numerosos casos de alergias y afecciones diversas al sistema inmunológico; informó que una soja RR de Pioneer provocó 27 muertes y afectó de diversas maneras a 1500 personas en los EE.UU., debiendo ser retirada de la venta. Hay experiencias con papa GM que altera el sistema inmunológico en ratones y les retarda el crecimiento. También reportó que las toxinas Bt en sus formas Israelensis y kunstaky producen toxicidad en células humanas y citó un trabajo de Tabayali y Selis que encontraron que dichas toxinas producen irritación de piel, infecciones y debilitamiento del sistema inmunológico en humanos, en función de la cantidad consumida.

La transgenia en sí es todo un problema, tal vez el mayor a largo plazo dado que la contaminación genética sobre el ecosistema es irreversible produciendo alteraciones endémicas. Al respecto ya se descubrió en México -centro de origen del Maíz- contaminación genética endémica irreversible de los maíces originales, denunciado en un estudio de la UNAM, el Instituto Politécnico y la Universidad de Berkeley, quienes descubrieron como contaminantes a las toxinas del maíz BT procedente de varias de las empresas que lo producen: De Aventis, Monsanto y Novartis, así como la proteína CP4-EPSPS resistente a Roud-up de Monsanto (Delgado Ramos, 2003).

Si bien nos referiremos en particular, es de destacar para concluir que el investigador de la Agencia de Colaboración Técnica de Japón (JICA). K. Kobayashi, reportó que zonas de China sometidas al monocultivo de soja han resultado afectadas por una desertificación casi irrecuperable: “Hace cuatro años, visité los campos de cultivo de soja en el noreste de China. Recuerdo haberme horrorizado de las extensas tierras áridas, donde se veía claramente la desertización, como resultado del deterioro del suelo a causa del monocultivo. Esta situación obligó a China a tratar el tema a nivel nacional, y desarrollar un programa para frenar la expansión de los daños causados por el monocultivo de la soja” (Kobayashi, 2003).

Si uniéramos algunos de estos problemas señalados -la desertificación del suelo, los efectos sobre la salud reproductiva y sobre la salud en general- podríamos preguntarnos qué política de largo plazo persiguen los promotores del modelo soja RR respecto de la población de nuestro país y otros pueblos del Tercer Mundo.

En resúmen queremos señalar que las consecuencias sociales vinculadas a la expansión del monocultivo de soja RR con su sistema tecnológico asociado, está produciendo: una fuerte concentración de la tierra, una gran disminución del número de producciones agrarias, un aumento desmedido del desempleo rural, una mayor precarización laboral entre los trabajadores, un gran aumento de la miseria y la marginalidad social aun en las pequeñas ciudades rurales del interior. Una marcada expulsión de trabajadores rurales y de pequeños y medianos productores, el desarrollo de una agricultura sin agricultores, la apropiación por las compañías multinacionales de semillas y agroquímicos de la propiedad de la simiente, quitando un derecho ancestral al agricultor como lo es ser el dueño de la simiente que produce y siembra y graves amenazas para la salud de la población. En conclusión la propagación del monocultivo de soja transgénica forrajera, está expandiendo el hambre generalizado en la población y la pérdida de la soberanía alimentaria de la misma.

Por último quiero advertir de la gravedad del problema que enfrentamos con la expansión descontrolada del modelo soja RR-Siembra Directa-Glifosato, que no sólo propaga un modelo agrario sin agricultores sino también una agricultura sin suelo vivo, por lo cual hacemos nuestras las palabras del economista agrario norteamericano Charles Benbrook, quien nos advierte: “la historia enseña que una excesiva insistencia en una única estrategia de control de malezas o de insectos fracasará en el largo plazo, en el aspecto de las respuestas ecológica y genética.(..) La Argentina enfrenta graves problemas agronómicos para los cuales no tiene ni los recursos ni los expertos para resolverlos. El país ha adoptado la tecnología de los OGM más rápidamente y más radicalmente que ningún otro país en el mundo. No tomó las debidas precauciones de manejo de la resistencia y de protección de la fertilidad de sus suelos. Basada en el extendido uso de la tecnología RR no creo que su agricultura sea sustentable por más que un par de años”(11) (Charles Benbrook citado por Sue Brandford, 2004)

BIBLIOGRAFÍA

(1) Sociólogo Artemio López (Clarín 30-1-02)

(2) Censo Nacional Agropecuario 2002.

(3) Walter Pengue Le Monde Diplomatique Octubre 2003

(4) Reporte del Ing. Agr. Adolfo Boy, ex director del INTA San Pedro. 10-03

(5) Walter Pengue Le Monde Diplomatique Mayo 2003

(6) Dr. Víctor Mariot- Informe al III Seminario del Día Mundial del Ambiente Facultad de Ciencias Forestales de la Universidad Nacional de Santiago del Estero-7-6- 2004

(7) J. A. Martínez de Hoz, 1967, ‘La Agricultura y la Ganadería argentina en el período 1930-1960’. Bs. As. 1967

( Juan José Hernández Arregui. ‘La Formación de la Conciencia Nacional’.1973 (9) IDEP, cifras de distribución del ingreso en la Argentina, Nov 2003.

(10) Julio Neffa CEIL-CONYCET- conferencia en 04-2000. Conferencia en IDEP-CTA

(11) Sue Brandford -New Scientist. Argentina: Cosecha Amarga-17-04-04.

(12) Clarín Rural 12-03.

(13) Alcira Argumedo Los Silencios y Las Voces en América Latina- Ediciones Colihue 1996.

(14) Karl Marx, Obras Escogidas- Editorial Cartago Tomo X. 1974.

(15) G. Botta y D. Selis- Diagnóstico sobre el impacto producido por la adopción de la Técnica de Siembra Directa sobre el Empleo Rural -Recopilación. 2003

(16) Raúl De La torre, reportaje a Caludio Sabsay, Cash, Página 12 -21-3-04

(17) Adolfo Boy, mitos y verdades sobre la soja. Comunicación 2003

(1 Gabriel Sánchez y Virginia Fernández de Preliasco, Cátedra de Odontología Integral Niños, Fac. Odontología UBA. Reportes varios en Revista Asoc. Argent. de Odont. para Niños Volº 31, Nº 1/4- 3-6-02.

(19) Kiroku Kobayashi. Convenio JICA-INTA. Proyecto de Cooperación Técnica: El control Biológico de las Enfermedades de las plantas para el desarrollo de una agricultura sustentable. Comunicación 2003.

(20)- Gian Carlo Delgado Ramos UNAM -Autor de La Amenaza Biológica- Daños producidos por Transgénicos. Enfoques Alternativos 12-03

(21)- María Seoane- Todo o Nada- Ediciones Planeta- 1997

(22)- Martin Andersen - Dossier Secreto- Planeta 2000

(23)- Clarín, 8-1991

SD: Siembra Directa

GM: material genéticamente modificado

OGM: Organismo genéticamente modificado

JNG: Junta Nacional de Granos

JNC: Junta Nacional de Carnes

INV: Instituto Nacional de Vitivinicultura

INA: Instituto Nacional del Algodón

http://elbucanerodeescobar.wordpress.com

Mas patria sojera...y los cuatro jinetes del Apocalipsis

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Del Blog: El galpón del Fafu