Las mujeres han sido hechas para ser amadas, no para ser comprendidas.

Oscar Wilde (1854-1900) Dramaturgo y novelista irlandés.

Quino

Quino

18 ago 2008

Argentina: inflación, agronegocios y crisis de gobernabilidad

Hacia mediados de Junio la confrontación entre el gobierno y las asociaciones patronales del campo parecía haber llegado a un punto de ruptura total, pero no fue así, pocos días después las aguas se calmaban. La presidente decidía transferir al Parlamento la decisión final sobre los impuestos a la exportación de productos agrícolas, es lo que esperaban los empresarios rurales para levantar su lockout que empezaba a desgastarse rápidamente al igual que la popularidad del gobierno. Fue el fin provisorio de más de cien días de enfrentamiento luego de los cuales, como dicen ahora algunos politólogos, “Argentina ya no es la misma”.

La imagen de la presidenta había llegado a un nivel de deterioro solo comparable con el del ex presidente De la Rua en diciembre de 2001, sus convocatorias a la movilización en apoyo al gobierno habían enardecido en su contra a las clases altas y a sectores crecientes de las clases medias. Por su parte los ruralistas habían extendido su influencia unificando detrás de ellos al conjunto de la oposición de derecha y a vastos sectores de las clases medias rurales y urbanas, en este último caso incluso a grupos medios-bajos afectados por un proceso inflacionario que a lo largo de los últimos meses ha deteriorado su nivel de vida. Sin embargo su radicalización los llevaba a un callejón sin salida, especialmente en el caso de la pequeña burguesía agraria prospera, una suerte de “nuevos ricos” furiosos ante las cargas fiscales que enturbiaban sus expectativas de ganancias abundantes y ascendentes.

La intransigencia extremista a que habían llegado en sus exigencias era de hecho una convocatoria al golpe de estado, en el pasado tal vez su deseo se hubiera podido materializar, pero ahora, a un cuarto de siglo del fin de la última dictadura militar, la capacidad de intervención de las Fuerzas Armadas es casi nula, su degradación institucional y la lápida moral que pesa sobre ellas llamada genocidio hace impracticable esa posibilidad.

La otra alternativa golpista era la de una pueblada de derecha (una suerte de 2001 al revés) amplificada por los medios de comunicación y finalmente manipulada por un sector del sistema institucional (judicial, parlamentario nacional, gobiernos provinciales, etc.). Pero los dirigentes de las derechas política y rural no estaban dispuestos a intentar semejante aventura, en primer lugar porque el actual gobierno más allá de su imagen progresista ha respetado integralmente al sistema neoliberal dominante heredado de los años 1990 y en consecuencia núcleos decisivos del poder económico no apoyarían de ninguna manera el desalojo de la presidenta.

En segundo término porque ese hecho habría abierto una suerte de caja de pandora, un desorden general que unido al más que probable hundimiento de las clases populares acorraladas por el alza de los precios de los alimentos podría haber generado una avalancha muy extendida de protestas sociales. Y finalmente porque hacia mediados de junio pese a la persistente agitación de los medios de comunicación la popularidad del derechazo mostraba serios signos de deterioro, el alza de precios y la amenaza de desabastecimiento comenzaban a producir reacciones hostiles hacia los ruralistas provenientes de importantes sectores de las clases medias y bajas. Las asociaciones tradicionales de la burguesía terrateniente como la Sociedad Rural que a lo largo del conflicto habían mantenido un perfil relativamente moderado presionaron con fuerza para desacelerar la protesta. Los nuevos ricos del mundo agrario (pequeños y medianos rentistas y agricultores) fueron de hecho la masa de maniobras del bando de los agronegocios, se creyeron sujeto de una suerte de cruzada gaucha contra el “estado-ladrón” que les quería cobrar tributos extraordinarios. Por debajo de las escarapelas y banderas patrias se movía azuzada por las clases altas una clase media agraria mezquina que pretendía apropiarse de una parte sustancial del botín de super ganancias del negocio exportador.

Sin embargo sería un grueso error limitar el fenómeno a ese aspecto socioeconómico, el abanico civil movilizado contra el gobierno fue mucho más amplio, se extendió a las ciudades, cobró ímpetu en los grandes conglomerados urbanos incorporando a importantes sectores medios, la mayor parte de ellos sin vínculos materiales directos con el mundo agrario.

Es cierto que en los barrios acomodados de Buenos Aires, por ejemplo, la vanguardia de los cacerolazos fueron las “cacerolas de teflón” esgrimidas por los ricos acompañados por nostálgicos de la última dictadura militar, pero el movimiento se extendió a las zonas de clase media y fue visible la simpatía despertada en sectores importantes de clase media urbana baja.

La desestabilización

Las movilizaciones promovidas por el gobierno se realizaron a fuerza de aparato, el clima entre los trabajadores fue de apatía o indiferencia y en ciertos casos de repudio no muy entusiasta a la derecha, el activismo pro gubernamental a veces autocalificado como “anti oligárquico” fue claramente minoritario.

Un factor decisivo del ascenso opositor en las capas medias y de alejamiento respecto del oficialismo en las clases bajas (donde la presidenta hizo su mejor cosecha de votos en 2007) es la inflación que ha deteriorado rápidamente los ingresos reales de los asalariados.

Actualmente la derecha política y su paraguas empresario señalan a la inflación como el enemigo principal a combatir para lo cual vuelven a levantar las tradicionales recetas neoliberales centradas en el llamado “enfriamiento de la economía” alcanzado a través de la reducción del gasto público y del freno a los salarios. El resultado sería un rápido incremento de la desocupación y la precarización laboral y el achicamiento de la demanda de las clases bajas pero no de los beneficios empresarios que se mantendrían o aumentarían gracias al descenso de los costos salariales reales.

Con menores gastos el Estado podría preservar el superávit fiscal sin necesidad de aumentar los impuestos lo que beneficiaría obviamente a empresarios y clases altas en general. Allí se detiene la ofensiva liberal, porque según ellos el Estado debería seguir interviniendo en el mercado cambiario acumulando dólares y sosteniendo así un dólar artificialmente muy alto lo que permitiría mantener o aumentar los altos ingresos en pesos de los exportadores industriales y agropecuarios. En este esquema económico la gobernabilidad solo podría ser sostenida con dosis crecientes de represión social y con la consolidación del bloque reaccionario (clases altas y medias) tal como se ha ido conformando en los últimos meses. Pero ambas condiciones son de muy difícil obtención, las bases populares han cambiado mucho desde la década pasada, la experiencia de 2001-2002 marca un punto de inflexión casi irreversible. Si se impone la opción neoliberal la generalización y radicalización de las protestas populares conformaría un panorama de alta turbulencia al que seguramente se incorporarían sectores intermedios que afectados por la concentración de ingresos abandonarían sus delirios elitistas para volver a mirar con simpatía a los de abajo.

Por su parte el gobierno trata desde hace algo más de un año de enfrentar la inflación con medidas puntuales que no consiguen frenar el proceso. Desde el ocultamiento de la realidad manipulando las estadísticas hasta los acuerdos de precios sectoriales pasando por toda clase de negociaciones con grupos empresarios y burocracias sindicales, fue desplegado un complicado juego destinado ahuyentar el clima inflacionario preservando la alianza social y mediática que había sido la base de la gobernabilidad desde 2003.

El gobierno temía que dicha alianza se rompiera desde abajo, desde el espacio de los trabajadores debido a la persistente degradación de los salarios reales pero se rompió por arriba, desde el mundo de los agronegocios, desde las capas sociales más beneficiadas por la estrategia económica kirchnerista, desatando una ola reaccionaria cuya magnitud y radicalidad sorprendió a todos, al gobierno por supuesto pero también a sus instigadores directos, los dirigentes empresarios rurales.

La aplicación de impuestos o retenciones móviles a la exportaciones agrícolas, que apuntan centralmente a las ventas externas de soja no constituyen una medida fiscalista, el estado dispone de una amplia variedad de fuentes tributarias alternativas y cuenta con un superávit fiscal considerable, su objetivo es el sistema de precios, la inflación empujada por la repercusión interna del alza internacional de los precios de los productos agrícolas. Midió muy mal las posibles repercusiones de la medida pero ¿quien las midió bien?, ni los dirigentes patronales agrarios, ni los medios de comunicación que los apoyan, sospechaban la ola de protestas que se desataría y mucho menos la rápida conformación de una masa social reaccionaria cuyo volumen y dinamismo no tiene precedentes en el último medio siglo. Para encontrar algo parecido deberíamos retroceder hasta 1955 cuando un enorme bloque de clases medias y altas apoyó (impulsó) al golpe militar antiperonista, también en ese entonces como ahora salpicado con brotes racistas contra los pobres.

Inflación, capitalismo realmente existente y agronegocios

El proceso inflacionario no es el resultado de un supuesto “recalentamiento” económico, sino de una combinación de factores internos y externos, cuya convergencia desborda tanto al oficialismo como a su oposición de derecha.

Desde el ángulo de los costos productivos, la inflación internacional hizo subir los precios de una amplia variedad de insumos importados, esa tendencia se vio reforzada por la política de dólar alto en beneficio de los exportadores.

Pero un factor decisivo ha sido la carrera entre salarios y beneficios empresarios. Tomando como base las estadísticas oficiales los salarios reales cayeron en promedio un 30 % en 2002 y comenzaron a recuperarse al año siguiente, hacia 2007 ya se encontraban casi en el nivel de 2001, antes del desplome, pero eran todavía inferiores a los de mediados de los años 1990.

Tenemos que tomar en cuenta tendencias de largo plazo como las del crecimiento de la tasa de desocupación y de la concentración de ingresos, las mismas fueron avanzando lentamente desde mediados de los años 1950 a través de un movimiento zigzagueante expresión de la puja entre los sindicatos y las empresas, el golpe militar de 1976 aceleró su marcha que adquirió mayor velocidad en los años 1990. En 2001-2002 se produjo el derrumbe de los salarios y del gasto público en términos reales pero desde 2003 la recomposición económica produjo un gradual incremento de la ocupación que creció cerca del 20 % entre 2003 y el primer trimestre de 2007, de los salarios reales (crecieron algo más del 30 % en el mismo período) y de la participación de los trabajadores en el Ingreso Nacional: 23 % en 2003 y 28 % a comienzos de 2007 aunque todavía inferior a la de 2001 próxima al 31 % , todo esto siguiendo las estadísticas oficiales (1). Es muy probable que dichas estadísticas exageren las cifras positivas, además la recomposición salarial fue muy despareja, sin embargo resulta evidente que entre 2003 y 2006, el período de gloria del kirchnerismo, las tres variables arriba mencionadas aumentaron. Frente a ello el conjunto de la clase capitalista aprovechó en una primera etapa los bajos salarios reales para acumular beneficios festejando la expansión general de la demanda interna. Pero cuando entre fines de 2006 y comienzos de 2007 los salarios reales comenzaron a aproximarse a los niveles de 2001 los empresarios reaccionaron tratando de revertir la situación; comerciantes, industriales, productores agropecuarios, etc., fueron aumentando los precios de sus productos. Desde su punto de vista los aumentos en los precios de insumos y de los salarios estaban comprimiendo márgenes de beneficios hasta niveles “inaceptables”, para ellos 2001-2002 (al igual que 1976) marcaba un hito histórico irreversible.

La primera oleada inflacionaria fue suave y pudo ser absorbida por el conjunto de la población (incluidos los asalariados) y las relativamente pequeñas retracciones iniciales de la demanda en las clases bajas fue más que compensada por incrementos paralelos en la demanda de las clases superiores. Más adelante la reconcentración de ingresos (paralela al deterioro de los salarios reales) impulso con mayor fuerza el fenómeno de “inflación de demanda” proveniente de los sectores medios-superiores y altos.

El empujón final lo produjo la aceleración del alza de los precios internacionales de los productos agrícolas repercutiendo sobre el sistema interno de precios (y sobre las expectativas de superbeneficios en las clases altas y medias del mundo rural).

Como ya lo señalé el gobierno cuyo negocio principal es la “gobernabilidad”, madre del poder político y de todos los negocios oficiales, reaccionó tratando de imponer retenciones móviles a las exportaciones agrícolas partiendo de la base de que sus precios futuros, en un horizonte previsible, serán cada vez más altos. Fue a la vez una medida defensiva y preventiva que provocó el amotinamiento ya conocido lo que a su vez aceleró el proceso inflacionario.

En uno de sus primeros discursos, al iniciarse la protesta rural, la presidenta señaló estar “en contra de la lucha de clases”, lo expresó como una suerte de “principio doctrinario” irrenunciable; como lo estamos viendo se podrá estar a favor o en contra pero la lucha de clases existe. El fundador de su movimiento solía repetir hace varias décadas una y otra vez que “la única verdad es la realidad”, queda abierto el debate acerca de si se trataba o no de un principio doctrinario o sobre el significado filosófico del concepto de “realidad” , etc., pero no podrá negarse que constituía un llamado a la sensatez y a la desacralización de fantasías irracionales, por ejemplo (si nos situamos en la Argentina actual) la ilusión respecto de un capitalismo armónico, estable, aunque subdesarrollado y crecientemente dominado por los agronegocios (inmersos en una avalancha de superganancias especulativas) y en medio de una formidable crisis global.

La larga marcha del parasitismo financiero

Los agronegocios aparecen hoy como la cabeza, el área más prospera del capitalismo argentino, la agresividad de sus huestes, su tono autoritario ha llevado a diversos grupos y comunicadores pro gubernamentales a calificar al fenómeno de “renacimiento oligárquico”, de resultado de la “reprimarización económica”, de retorno al viejo sistema agroexportador sobre el que la aristocracia terrateniente colonial asentó su poder hace algo más de un siglo, desplazado después por la industrialización y el primer peronismo.

Esa imagen oculta el carácter claramente “financiero” de los agronegocios y en consecuencia su pertenencia al movimiento global de financierización ascendente desde hace cuatro décadas que ha terminado por establecer su hegemonía sobre la economía mundial. La masa total de fondos que circulan en sus redes especulativas se aproxima a los mil millones de millones de dólares (equivalente a casi 16 veces el Producto Bruto Mundial), solo los negocios con los llamados “productos financieros derivados”, registrados por el Banco de Basilea, rondan los 600 millones de millones de dólares. Esta hipertrofia parasitaria ha impuesto su sello subcultural a las más variadas actividades productivas tanto en los países centrales como en los periféricos, es una de las causas decisivas de la inflación internacional (cuyo pilar fundamental es obviamente la explosión del precio del petróleo) y la principal fuente nutricia de la depredación ambiental planetaria.

Dicha tendencia, expresión de decadencia civilizacional, atrapó a las sociedades latinoamericanas hace ya mucho tiempo. El inicio de la declinación de la economía argentina suele establecerse en el segundo lustro de los años 1970, durante la dictadura militar, cuando emergió dominante el sector financiero como cabeza de un sistema más vasto de actividades especulativas que fue dejando en un segundo plano a los sectores productivos, principalmente la industria. Entre 1976 y 1981 el sector industrial creció apenas un 2% en términos reales, mientras el financiero lo hizo en casi 150% (2).

En Argentina el nacimiento de la hegemonía financiera, que desde el comienzo asumió formas mafiosas, apareció como resultado del agotamiento y descomposición del proceso de industrialización (subdesarrollada) evidente desde fines de los años 1960 cuya más alta expresión política fue el primer gobierno peronista (1945-55). Dicho proceso nunca había podido superar el viejo esquema agroexportador, con el que coexistió de manera inestable y confusa: dependía para funcionar de las divisas de las exportaciones provenientes del sector rural, lo que determinaba una debilidad estratégica fundamental en su inserción internacional. Esto prosiguió hasta mediados de los 1970, en un contexto de interminable sucesión de golpes y contragolpes de Estado y asociaciones intersectoriales de las que participaban las transnacionales que iban ocupando posiciones, los acreedores externos, los industriales más o menos "nacionales", los intereses de la alta burguesía rural y comercial, los sindicatos, etc., en una suerte de eterno "empate" donde ningún sector conseguía prevalecer de manera durable. En los hechos se iba produciendo poco a poco la recolonización del aparato económico argentino (a través de la deuda externa, las inversiones extranjeras, el debilitamiento comercial) al mismo tiempo que se concentraban los ingresos y se degradaba el Estado. Este retroceso general debilitaba, quebraba una tras otra las zonas de protección económicas, institucionales y sociales, transformando al capitalismo local en su conjunto.

La dictadura instalada en 1976 produjo un cambio cualitativo, marcado por la avalancha especulativa, la caída salarial y la apertura importadora salvaje, coincidente desde la especificidad periférica argentina con el proceso global de dominación financiera.

El predominio de los agronegocios debe ser visto en consecuencia como la resultante (la más reciente degeneración socioeconómica nacional) de ese movimiento externo-interno, la dinámica del mundo rural argentino de hoy es inexplicable sin la introducción de términos como “pool de siembra”, “fondo fiduciaro” o “rentista rural”. Por otra parte su auge es el producto del alza acelerada de los precios internacionales de los productos agrícolas: componente de la crisis mundial del capitalismo, resultado del agotamiento tecnológico de la modernización agrícola convertida en mega depredadora de recursos naturales, generadora de hambrunas en vastas zonas subdesarrolladas, desestabilizadora de economías centrales y periféricas.

De todos modos la “cultura financiera” de los centros dinámicos del sistema rural argentino no significa la presencia de una “nueva burguesía” borrando por completo las viejas raíces oligárquicas. El proceso histórico ha sido mas complejo, las antiguas clases dominantes agrarias fueron mutando en las últimas décadas, sobre todo desde los 1990, algunos sectores desapareciendo del escenario, otros adaptándose con dificultades y finalmente los ganadores incorporándose de manera plena a los nuevos tiempos, asociándose con los recién llegados por lo general especuladores, estructuras financieras locales y transnacionales (en numerosos casos es casi imposible diferenciar estas dos últimas categorías). Hoy cuando observamos a la élite dirigente de la economía agraria encontramos viejos apellidos de la aristocracia rural combinados con personajes surgidos de los negocios rápidos de la era neoliberal, grupos financieros globales, etc. A este proceso de “financierización” han ingresado amplias capas de la clase media agraria en tanto socias de los nuevos emprendimientos o como rentistas.

Por otra parte no deberíamos oponer de manera esquemática los nuevos comportamientos a la antigua cultura “oligárquica”, muchas veces señalada erróneamente como “poco-capitalista”, “atrasada” desde el punto de vista del desarrollo burgués. Desde sus orígenes en el siglo XIX la élite pampeana estuvo impregnada de una gran dinámica comercial-financiera, su carácter colonial le otorgó una identidad “internacional” (pro europea), diversificó sus negocios en el área urbana donde por lo general residía, etc.

En consecuencia su última mutación hacia los agronegocios de alta tecnología no significó el ingreso a un mundo totalmente nuevo sino más bien el salto cualitativo de procesos recientes y también de otros muy lejanos en el tiempo.

Crisis de gobernabilidad

La economía mundial, con centro en los Estados Unidos, va ingresando en una situación caracterizada por la combinación de inflación y desaceleración productiva. El desorden inflacionario global llegó para quedarse seguramente durante mucho tiempo, acunado por la hipertrofia financiera, empujado por el alza incesante de los precios del petróleo, los alimentos y la commodities en general.

Los agronegocios actuales son entre otras cosas “negocios inflacionarios”, impulsados por (e impulsando) corridas especulativas internacionales (e intranacionales), golpes de mano y operaciones de corto plazo en procura de superganancias, acumulaciones veloces de liquidez destinada a ser reinvertida en ese rubro o en otros. La depredación de todo lo que se les cruza en el camino (recursos naturales, estructuras sociales, etc.) es una componente esencial de su comportamiento. En el caso específico argentino es posible afirmar que el clima cultural prevaleciente a comienzos de esta década (bien abonado por el período menemista) estaba perfectamente preparado para esa avalancha capitalista global, el gobierno de los Kirchner ahora victima del fenómeno lo alentó desde su llegada porque lo consideró un factor decisivo de la “prosperidad económica” que aseguraba la estabilidad institucional. Los records de exportaciones agrícolas (es decir el ascenso triunfal de los agronegocios) era presentado desde el oficialismo como ejemplo de éxito empresario de la nueva Argentina donde la acumulación de reservas dolarizadas, las altas tasas de crecimiento del PBI y el enriquecimiento de los poderosos solían ser asociadas a la integración social, la recuperación de salarios y empleos y la consolidación de la convivencia republicana.

Al parecer el “progresismo” había por fin encontrado la fórmula de la cuadratura del círculo: subdesarrollo capitalista prospero con inclusión de los de abajo y democracia representativa. Pero la fiesta duró menos de un lustro, los agronegocios fueron acumulando poder económico, mediático y político y en el primer semestre de 2008 ya estuvieron en condiciones de exponer su poderío y avanzar hacia una super concentración de ingresos.

Al hacerlo deterioraron gravemente no solo a la gobernabilidad progresista sino a la gobernabilidad en general: la inflación descontrolada y la irrupción de una masa social reaccionaria muy agresiva y extendida con claros brotes protofascistas puso al desnudo la debilidad del régimen político, su insuficiente legitimidad. De manera aparentemente “inesperada” ha comenzado la enésima crisis de gobernabilidad de la historia argentina, la misma no ha sido originada por el derrumbe económico sino por la prosperidad (agroexportadora), su contexto internacional esta sobredeterminado por la crisis estanflacionaria global, la burguesía ganadora que la ha desatado difícilmente podrá transformar su dominio económico en un sistema integral y durable de control político de la sociedad, su ascenso es desestabilizante. De todos modos no parece preocuparle demasiado el futuro en general y mucho menos el futuro de la “democracia” virtual argentina, su obsesión es acumular grandes beneficios lo más rápido posible, su mundo es el del corto plazo y se corresponde con la vorágine nihilista de los centros financieros del planeta.

Mientras tanto el gobierno y la totalidad de los grandes medios de comunicación insisten en que Argentina se encuentra ante “una gran oportunidad” para enriquecerse gracias al ascenso vertiginoso de los precios de los alimentos, el hecho de que el mismo sumerja en el hambre a centenares de millones de seres humanos no parece motivar en ellos ninguna reacción ética. Su pequeña “racionalidad” amoral les impide percibir desde una visión racional más amplia la catástrofe hacia la que se encaminan mientras contabilizan sus ganancias extraordinarias, al zambullirse en el mar turbulento del área más inestable de la economía mundial con sus precios zigzagueantes y sus estampidas financieras.

Jorge Beinstein
___________________

(1), Eduardo M. Basualdo, “La distribución del ingreso en la Argentina y sus condiciones estructurales”, Memoria Anual 2008, Centro de Estudios Legales y Sociales, Argentina.

(2), Jorge Beinstein, “Crisis de régimen en Argentina. Pujas internas en la dirigencia, descontento social”, Le Monde Diplomatique, “el diplo”, número 22, abril 2001.

http://rcci.net/globalizacion/2008/fg758.htm

10 ago 2008

El regreso de la IV Flota


Un mensaje de guerra a América Latina

El próximo primero de julio, la Armada USA reactivará la IV Flota con la intención de ’’combatir el terrorismo’’, las ’’ actividades ilegales ’’ y enviar un ’’mensaje’’ a Venezuela y al resto de la región.

Se trata de la primera reacción por una proyección de largo aliento por parte de Washington, después del ataque al campamento de las FARC (en Ecuador) el mes de marzo último, que hizo temblar el tablero regional y puso en evidencia la debilidad de la superpotencia y el aislamiento de sus aliados en la región.

El comunicado del Pentágono, emitido el 25 de abril, pone en valor que la reactivación de la IV Flora -creada en 1943 para hacer frente a la amenaza de los submarinos nazis en el Caribe y América del Sur y disuelta en 1950- servirá para ’’demostrar el compromiso de USA y de sus aliados regionales’’.

La Flota será comandada por el Contralmirante Joseph D. Kernan, actual Jefe de Comando de la Guerra especial naval, y tendrá su base en Mayport, en Florida; dependerá del Comando Sur con base en Miami. Once navíos, de los cuales un porta-aviones y un submarino nuclear, constituyen el núcleo inicial de la flota.

La decisión del Pentágono interviene en un momento de particular tensión en América del Sur y de extrema volatilidad sobre los mercados de materias primas. No podemos olvidar que un tercio de las importaciones de petróleo de USA provienen de Venezuela, de México y de Ecuador, lo que hace que la región sea un espacio estratégico para mantener la supremacía económica y militar del principal país del planeta.

En segundo lugar, el Imperio viene de sufrir una serie de derrotas en la región: el triunfo de Fernando Lugo en Paraguay, la inminente creación del Consejo Suramericano de Defensa a petición de Brasil y de Venezuela, la consolidación del proceso conducido por Rafael Correa en Ecuador, que implica reveses para las multinacionales petroleras y mineras, y la consolidación de la independencia económica de un país como Brasil, que va a reforzar un Mercosur cada vez menos dependiente de economías del primer mundo, entre las más significativas.

A todo esto debemos agregar, en tercer lugar, las fuertes tendencias a la inestabilidad en la región, como lo muestran las recientes revueltas en Haití, el conflicto intenso por la hegemonía en Bolivia y la ofensiva de sectores del gran patronato contra el gobierno de Cristina Fernández en Argentina.

Ante este panorama, en el cual la inestabilidad tiende a ser acentuada por la especulación feroz del capital que provoca alzas espectaculares de los precios de los alimentos, la reactivación de la IV Flota significa que los Estados Unidos apuntan a un intervencionismo de tipo aeronaval y no terrestre, como lo reconoce el analista conservador argentino Rosendo Framboisier (’’La IV Flota y los submarinos de Chavez’’, 28 de abril 08 en ’’Nueva Mayoría’’)

En efecto, empantanado en Irak y en Afganistan, como está el Pentágono no dispone de fuerzas terrestres a ’’distraer’’ en otros teatros de operaciones. De allí su opción de fortificarse con medios aéreos y navales para controlar una región que promete ser más hostil. Pero el despliegue de la IV Flota no es solamente una advertencia, es sobre todo una amenaza.

Aunque Hugo Chávez haya declarado que ’’el viejo imperio no mete miedo ya’’, lo que es sin lugar a dudas verdad de manera general en la escena Latino Americana, concretamente Washington es todavía capaz de fabricar crisis, como lo demuestra estos días en Bolivia.

En ese país andino se instala una estrategia planificada de larga data, que pretende aprender de los ’’errores’’ cometidos en Venezuela, cuyo fracaso del Golpe de Estado de abril 2002 estuvo en la base de la radicalización del proceso.

En Bolivia, por el contrario, se pone en acción una estrategia menos estridente pero tan destructiva como el golpismo, basada sobre una demanda de autonomía que en realidad forma parte del proyecto estratégico de Evo Morales pero que es utilizada con fines opuestos: en vez de dar poder a los movimientos sociales y a la sociedad civil, busca blindar los intereses de la oligarquía de la provincia de Santa Cruz y frenar el proceso de cambios comenzado por el gobierno de La Paz. El resultado, en los menos malos escenarios, es la fabricación de un proceso que puede llevar el gobierno de Evo a una crisis de Estado, que lo forzaría a negociar a la baja el programa de cambios o que provocaría su dimisión para evitar una guerra o la división del país.

En este momento, valdría la pena tener en cuenta las reflexiones del geógrafo US Davis Harvey, quien sostiene que el neoliberalismo se caracteriza por lo que él llama ’’acumulación de posesiones’’, dicho de otra manera, la apropiación de bienes comunes, empresas, y hasta Estados.

En un artículo reciente (’’El neoliberalismo como destrucción reactiva’’), Harvey sostiene que para ’’restaurar el poder de clase’’ -amenazado por las rebeliones a partir de los años 60- se fabrican crisis para poder imponer las recetas neoliberales. Estas crisis pueden tomar formas muy diversas: golpe de Estado, como en Chile, en 1973; la invasión, como en Irak; o la amenaza de bancarrota, como se hizo con la ciudad de New York en 1975, para llevar al fracaso a los sindicatos municipales.

Lo cierto es que la acumulación por posesiones no puede hacerse sin violencia, material, simbólica, o las dos a la vez, en un proceso totalmente antidemocrático de imposición vertical de un modelo de sociedad. Ya no se trata solamente de defender los privilegios de una clase social, como ocurrió en los años 60 y 70 por medio de Golpes de Estado en toda la región. Digamos que esto era una táctica de ’’defensa’’ de los de arriba para mantener sus privilegios.

Ahora las cosas son enteramente diferentes: se busca remodelar el Mapa de la región y del mundo, para las multinacionales y el Imperio, desplazando poblaciones enteras de territorios donde hay riquezas naturales o allí donde el capital busca tierras para producir mercancías por medio de monocultivos. Y, para esto, barrer por medio de la corrupción, o de la fuerza, a los gobiernos que molestan.

La IV Flota es una pieza más de este engranaje. (Raúl Zibechi Periodista uruguayo, analista internacional.) (26 de mayo de 2008)

http://www.voltairenet.org/

Jacek Yerka

Este señor es un poco retorcidon para pintar, pero debo admitir que sus imagenes tienen cierta morbosa belleza que atrae.



Keith Mallett: Madre africana

Alimento, agua y combustible

Tres necesidades vitales en peligro :La crisis global: Alimento, agua y combustible

Por Michel Chossudovsky

Las balas cubiertas de azúcar del “libre mercado” están matando a nuestros hijos. El acto de asesinar es impremeditado. Es instrumentado de un modo indiferente mediante negocios programados por computadoras en las bolsas mercantiles de Nueva York y Chicago, donde se deciden los precios globales de arroz, trigo y maíz.

La pobreza no es sólo el resultado de fracasos de políticas en el ámbito nacional. La gente en diferentes países está siendo empobrecida simultáneamente como resultado de un mecanismo de mercado global. Un pequeño número de instituciones financieras y corporaciones globales tiene la capacidad de determinar, mediante la manipulación del mercado, el nivel de vida de millones de personas en todo el mundo.

Nos encontramos en la encrucijada de la crisis económica y social más seria de la historia moderna. El proceso de empobrecimiento global desatado al comienzo de la crisis de la deuda de los años ochenta ha llegado a un importante punto decisivo, llevando a la erupción simultánea de hambrunas en todas las principales regiones del mundo en desarrollo.

Hay muchas características complejas que subyacen a la crisis económica global, que tienen que ver con mercados financieros, la disminución de la producción, el colapso de instituciones estatales y el rápido desarrollo de una economía de guerra motivada por beneficios. Lo que es mencionado pocas veces en este análisis, es como esta reestructuración económica global afecta forzosamente a tres necesidades fundamentales de la vida: el alimento, el agua, y el combustible.

El suministro de alimento, agua y combustible es un prerrequisito para la sociedad civilizada: son factores necesarios para la supervivencia de la especie humana. En los últimos años, los precios de esas tres variables han aumentado dramáticamente en el ámbito global, con devastadoras consecuencias económicas y sociales.

Esos tres bienes o artículos de consumo esenciales, que en sentido real determinan la reproducción de la vida económica y social en el planeta Tierra, están bajo el control de un pequeño número de corporaciones e instituciones financieras globales.

Tanto el Estado como la gama de organizaciones internacionales – a las que se refieren a menudo como la ‘comunidad internacional’ – sirven los intereses libres de trabas del capitalismo global. Los principales organismos intergubernamentales, incluyendo a Naciones Unidas, las instituciones de Bretton Woods y la Organización Mundial de Comercio (OMC) han avalado el Nuevo Orden Mundial por cuenta de sus patrocinadores corporativos. Gobiernos en países desarrollados y en desarrollo han abandonado su papel histórico de reguladores de las variables económicas cruciales, así como de asegurar un sustento mínimo para sus pueblos.

Movimientos de protesta dirigidos contra los aumentos de los precios de alimentos y gasolina han hecho erupción simultáneamente en diferentes regiones del mundo. Las condiciones son particularmente críticas en Haití, Nicaragua, Guatemala, India, Bangladesh. La escalada de los precios de alimentos y combustible en Somalia ha precipitado a todo el país a una situación de hambruna masiva, combinada con una grave falta de agua. Una situación similar e igualmente seria prevalece en Etiopia.

Otros países afectados por el aumento fuera de control de los precios de alimentos incluyen a Indonesia, las Filipinas, Liberia, Egipto, Sudán, Mozambique, Zimbabue, Kenia, Eritrea, una larga lista de países empobrecidos..., para no hablar de los que están bajo ocupación militar extranjera, incluyendo a Iraq, Afganistán y Palestina.

Desregulación

El suministro de alimento, agua y combustible ya no es objeto de regulación o intervención gubernamentales o intergubernamentales a fin de aliviar la pobreza o evitar el estallido de hambrunas.

La suerte de millones de seres humanos es dirigida tras puertas cerradas en las salas de consejo de las corporaciones como parte de una agenda motivada por los beneficios.

Y como estos poderosos actores económicos operan a través de un mecanismo de mercado aparentemente neutral e “invisible,” los devastadores impactos sociales de aumentos amañados en los precios de alimentos, combustible y agua son descartados a la ligera como resultado de consideraciones de oferta y demanda.

Naturaleza de la crisis económica y social global

Confundidas en gran parte por informes oficiales y mediáticos, tanto la “crisis alimentaria” como la “crisis del petróleo” son el resultado de la manipulación especulativa de valores del mercado por parte de poderosos protagonistas económicos.

No se trata “crisis” distintas y separadas de los alimentos, el combustible y el agua, sino de un proceso global de reestructuración económica y social.

Los dramáticos aumentos de los precios de estos tres recursos esenciales no son algo casual. Estas tres variables, incluyendo los precios de de alimentos básicos, del agua para la producción y el consumo y de los combustibles son objeto de un proceso de manipulación deliberada y simultánea del mercado.

Al centro de la crisis alimentaria están los crecientes precios de alimentos básicos, combinados con un aumento dramático del precio del combustible.

Al mismo tiempo, el precio del agua que es un insumo esencial para la producción agrícola e industrial, la infraestructura social, la higiene pública y el consumo doméstico, ha aumentado abruptamente como resultado de un movimiento a escala mundial para privatizar los recursos acuíferos.

Estamos frente a una gran agitación económica y social, una crisis global, caracterizada por la relación triangular entre el agua, los alimentos, y el combustible: tres variables fundamentales, que afectan en conjunto los medios mismos para la supervivencia humana.

En términos muy concretos, estos aumentos de precios empobrecen y destruyen vidas humanas. Además, el colapso a escala mundial de los niveles de vida ocurre en un tiempo de guerra. Está íntimamente relacionado con la agenda militar. La guerra en Oriente Próximo tiene una relación directa con el control sobre las reservas de petróleo y del agua.

Aunque el agua no es actualmente una materia prima comercializada internacionalmente de la misma manera como el petróleo y los alimentos básicos, también es objeto de la manipulación del mercado a través de la privatización del agua.

Los actores económicos y financieros que operan detrás de puertas cerradas son:

* los principales bancos y firmas financieras de Wall Street, incluyendo los especuladores institucionales que juegan un papel directo en los mercados de materias primas, incluyendo los mercados del petróleo y los alimentos.

* Los gigantes del petróleo anglo-estadounidenses, incluyendo a British Petroleum (BP), ExxonMobil, Chevron-Texaco, Royal Dutch Shell.

* Los conglomerados de la biotecnología y del agronegocio, que poseen los derechos de propiedad intelectual sobre semillas e insumos agrícolas. Las compañías de biotecnología también son importantes actores en las bolsas mercantiles de Nueva York y Chicago.

* Los gigantes del agua incluyendo a Suez, Veolia y Bechtel-United Utilities, involucrados en la amplia privatización de los recursos acuíferos del mundo.

* El complejo militar-industrial anglo-estadounidense que incluye a los cinco grandes contratistas de la defensa de EE.UU. (Lockheed Martin, Raytheon, Northrop Grunman, Boeing y General Dynamics) en alianza con British Aerospace Systems Corporation (BAES) constituye una poderosa fuerza superpuesta, estrechamente aliada con Wall Street, los gigantes del petróleo y los conglomerados del agronegocio y de la biotecnología.

La burbuja del precio del petróleo

El movimiento en los precios globales en las bolsas mercantiles de Nueva York y Chicago no tiene nada que ver con los costos de producción del petróleo. Los precios disparados del petróleo crudo no resultan de una escasez de petróleo. Se calcula que el costo de un barril de petróleo en Oriente Próximo no excede los 15 dólares. Los costos de un barril de petróleo extraído de las arenas bituminosas de Alberta, Canadá, es del orden de 30 dólares (Antoine Ayoub, Radio Canadá, mayo de 2008)

El precio del petróleo crudo es actualmente más de 120 dólares por barril. El precio de mercado es en gran parte el resultado de la acometida especulativa.

El petróleo forma parte de la producción de virtualmente todas las áreas de la manufactura, la agricultura y la economía del sector de servicios. Los aumentos en los precios del combustible han contribuido, en todas las principales regiones del mundo, a precipitar a la bancarrota a decenas de miles de pequeñas y medianas empresas así como a debilitar y potencialmente paralizar los canales del comercio interior e internacional.

El mayor coste de la gasolina en el sector minorista lleva a la desaparición de las economías en el ámbito local, a un aumento de la concentración industrial y a una masiva centralización del poder económico en manos de un pequeño número de corporaciones globales. Por su parte, los aumentos en el combustible tienen una repercusión negativa sobre el sistema de transporte urbano, las escuelas y los hospitales, los transportes por camión, los embarques intercontinentales, el transporte aéreo, el turismo, la recreación y la mayor parte de los servicios públicos.

Inflación

El aumento en los precios del combustible desata un proceso inflacionario más amplio que resulta en una compresión del poder adquisitivo real y una disminución consecuente de la demanda de consumo. Son afectados todos los mayores sectores de la sociedad, incluyendo a las clases medias en los países desarrollados.

Estos movimientos de precios son dictados por los mercados de materias primas. Son el resultado del comercio especulativo en los fondos índice, los futuros y las opciones en todos los principales mercados de materias primas, incluyendo el ICE [Intercontinental Exchange] de Londres y las bolsas mercantiles de Nueva York y Chicago.

La dramática subida de precios no es el resultado de una escasez de combustible, alimento o agua.

Este trastorno en la economía global es deliberado. Las políticas económica y financiera del Estado son controladas por intereses corporativos privados. El comercio especulativo no es objeto de políticas reguladores. La depresión económica contribuye a la formación de riqueza, a realzar el poder de un puñado de corporaciones globales.

Según William Engdahl: “Por lo menos un 60% del precio de 128 dólares por barril del petróleo crudo proviene de la especulación en futuros no regulada de fondos especulativos, bancos y grupos financieros que utilizan las bolsas de futuros ICE de Londres y NYMEX de Nueva York y el comercio inter-bancos o sobre el mostrador para evitar un análisis minucioso. Las regulaciones del gobierno sobre el margen en futuros en EE.UU. de la Comisión del Comercio en Futuros sobre Mercancías, permiten que los especuladores compren un contrato de futuros de petróleo crudo en la NYMEX y que tengan que pagar sólo un 6% del valor del contrato. Al precio actual de 128 dólares por barril, eso significa que un negociante en futuros sólo tiene que depositar unos 8 dólares por cada barril. Pide prestados los otros 120 dólares. Este extremo ‘apalancamiento’ de 16 a 1 ayuda a impulsar los precios a niveles salvajemente irreales y a compensar las pérdidas de los bancos en hipotecas de alto riesgo y otros desastres a costas de la población en general. (Vea más sobre la verdadera razón detrás de los altos precios del petróleo, en Global Research, mayo de 2008)

Entre los otros protagonistas en el mercado especulativo para el petróleo crudo están Goldman Sachs, Morgan Stanley, British Petroleum (BP), el conglomerado bancario francés Société Générale, Bank of America, el mayor banco de EE.UU., y Mercuria de Suiza. (Vea Miguel Angel Blanco, La Clave, Madrid, junio 2008)

British Petroleum controla la Bolsa Internacional del Petróleo (IPE) basada en Londres, que es una de las mayores bolsas del mundo para futuros y opciones en energía. Entre los principales accionistas de IPE están Goldman Sachs y Morgan Stanley.

Según Der Spiegel, Morgan Stanley es uno de los principales actores institucionales en el mercado especulativo del petróleo (IPE) basado en Londres. Según Le Monde, Société Générale, de Francia, junto con Bank of America y Deutsche Bank han estado involucrados en la difusión de rumores a fin de aumentar el precio del petróleo crudo. (Vea Miguel Angel Blanco, La Clave, Madrid, junio de 2008)

Se disparan los precios de los alimentos

La crisis alimentaria global, caracterizada por considerables aumentos en los precios de los alimentos básicos, ha conducido a millones de personas en todo el mundo hacia el hambre y la pobreza absoluta crónica.

Según la FAO [Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación], el precio de los alimentos básicos en granos ha aumentado en un 88% desde marzo de 2007. El precio del trigo ha aumentado en un 181% en un período de tres años. El precio del arroz ha aumentado en un 50% durante los últimos tres meses. (Vea Ian Angus: “Crisis Alimentaria - La mayor demostración del fracaso histórico del modelo capitalista”, Rebelión, mayo de 2008):

El precio del arroz se ha triplicado durante un período de cinco años, de aproximadamente 600 dólares por tonelada en 2003 a más de 1.800 dólares por tonelada en mayo de 2008.

Cientos de millones no tienen suficiente dinero para comer.

Los principales actores en el mercado de los granos son Cargill y Archer Daniels Midland (ADM). Estos dos gigantes corporativos controlan una gran parte del mercado global de granos. También participan en transacciones especulativas en futuros y opciones en la NYMEX y en la Bolsa de Futuros de Chicago (CBOT). En EE.UU., “el mayor productor de cultivos GM [genéticamente modificados], Cargill, ADM y el competidor Zen Noh, controlan entre ellos un 81% de todas las exportaciones de maíz y un 65% de todas las exportaciones de soja.” (Greg Muttitt, Control Freaks, Cargill and ADM, The Ecologist, marzo de 2001)

Antecedentes históricos de la reforma agrícola

Desde inicios de los años ochenta, coincidiendo con la embestida de la crisis de la deuda, la gama de reformas neoliberales de política macroeconómica ha contribuido en gran parte a debilitar la agricultura local. Durante los últimos 25 años, el cultivo de alimentos en los países en desarrollo ha sido desestabilizado y destruido por la imposición de reformas del FMI y del Banco Mundial.

El dumping de excedentes de granos de EE.UU., Canadá y de la Unión Europea ha llevado a la desaparición de la autosuficiencia alimentaria y a la destrucción de la economía campesina local. A su vez, este proceso ha resultado en beneficios multimillonarios para el agronegocio occidental, resultantes de contratos de importación por los países en desarrollo, que ya no son capaces de producir sus propios alimentos.

Estas condiciones históricas preexistentes de pobreza masiva han sido exacerbadas y agravadas por el reciente aumento en los precios de los granos, que han llevado en algunos casos a la duplicación del precio minorista para los alimentos básicos.

Los incrementos de precios también han sido exacerbados por el uso de maíz para producir etanol. En 2007, la producción de maíz fue del orden de 12.320 millones de fanegas de las cuales 3.200 millones fueron utilizadas para la producción de etanol. Casi un 40% de la producción de maíz en EE.UU. será canalizada hacia el etanol.

Semillas genéticamente modificadas

Coincidiendo con el establecimiento de la Organización Mundial de Comercio (OMC) en 1995, ha ocurrido otro importante cambio histórico en la estructura de la agricultura global.

Bajo los artículos de acuerdo de la Organización Mundial de Comercio (OMC), se ha garantizado a los gigantes alimentarios una libertad irrestricta para penetrar a los mercados de semillas de los países en desarrollo.

La adquisición de “derechos de propiedad intelectual” exclusiva sobre variedades de plantas por intereses agroindustriales internacionales, también favorece la destrucción de la biodiversidad.

Actuando por cuenta de un puñado de conglomerados de biotecnología, las semillas OMG han sido impuestas a los agricultores, a menudo en el contexto de “programas de ayuda alimentaria”. En Etiopia, por ejemplo, kits de semillas OMG fueron distribuidos a agricultores empobrecidos para rehabilitar la producción agrícola después de una sequía importante.

Las semillas OMG fueron plantadas, produciendo una cosecha. Pero luego el agricultor llegó a darse cuenta de que las semillas OMG no podían ser vueltas a plantar sin pagar derechos a Monsanto, Arch Daniel Midland, y otros.

Luego los agricultores descubrieron que las semillas sólo podían ser cosechadas si utilizaban los insumos agrícolas que incluían el fertilizante, el insecticida y el herbicida, producidos y distribuidos por las compañías biotecnológicas del agronegocio. Economías campesinas completas fueron recluidas bajo la sujeción a los conglomerados del agronegocio.

Los principales gigantes de la biotecnología en OMG incluyen a Monsanto, Syngenta, Aventis, DuPont, Dow Chemical, Cargill y Arch Daniel Midland.

Rompiendo el ciclo agrícola

Con la adopción generalizada de semillas OMG, ha ocurrido una importante transición en la estructura y la historia de la agricultura establecida desde sus comienzos hace 10.000 años.

La reproducción de semillas en semilleros locales en el ámbito de la aldea ha sido desorganizada por el uso de semillas genéticamente modificadas. Se rompió el ciclo agrícola, que posibilita que los agricultores almacenen sus semillas orgánicas y vuelvan a plantarlas para obtener la próxima cosecha. Este modelo destructivo – que invariablemente resulta en hambrunas – es reproducido en un país tras el otro llevando a la desaparición a escala mundial de la economía campesina.

El consenso de la FAO y del Banco Mundial

Después de la Cumbre de Roma de la FAO en junio de 2008 sobre la crisis alimentaria, políticos y analistas económicos por igual abrazaron el consenso del libre mercado: el estallido de hambrunas fue presentado como el resultado de la usual oferta y demanda y de consideraciones climáticas, fuera del control de los responsables políticos. “La solución” canaliza ayuda de emergencia a áreas afectadas bajo los auspicios del Programa Mundial de Alimentos de la ONU (WFP, por sus siglas en inglés). No se interviene en la interacción de las fuerzas del mercado.

Irónicamente, esas “opiniones expertas” son refutadas por los datos sobre la producción global de granos: la FAO pronostica que la producción mundial de cereales alcanzará un resultado récord en 2008.

Contradiciendo sus propias explicaciones de manual, se espera, según el Banco Mundial, que los precios mundiales sigan siendo altos, a pesar del pronóstico de un creciente suministro de alimentos básicos.

En los pasillos de la FAO y del Banco Mundial no consideran que la regulación estatal de los precios de los alimentos básicos y de la gasolina sea una opción. Y, por cierto, es lo que enseñan en los departamentos de economía de las universidades más prestigiosas de EE.UU.

Mientras tanto, los precios a la puerta de la granja en el ámbito local apenas cubren los costes de producción, llevando la economía campesina a la bancarrota.

La privatización del agua

Según fuentes de la ONU, que subestiman enormemente la seriedad de la crisis del agua, mil millones de personas en todo el mundo (un 15% de la población mundial) no tienen acceso a agua limpia “y 6.000 niños mueren cada día debido a infecciones ligadas a agua sucia” (BBC News, 24 de marzo de 2004)

Un puñado de corporaciones globales incluyendo a Suez, Veolia, Bechtel-United Utilities, Thames Water y RWE-AG de Alemania, están obteniendo el control y la propiedad de servicios públicos de agua y de disposición de residuos. Suez y Veolia tienen aproximadamente un 70% de los sistemas acuíferos privatizados en todo el mundo.

La privatización del agua bajo los auspicios del Banco Mundial se alimenta del colapso del sistema de distribución pública de agua potable segura: “El Banco Mundial sirve los intereses de compañías suministradoras de agua a través de sus programa regulares de préstamos a gobiernos, que a menudo vienen con condiciones que requieren explícitamente la privatización del suministro de agua...” (Maude Barlow y Tony Clarke, “Water Privatization: The World Bank's Latest Market Fantasy,” Polaris Institute, Ottawa, 2004))

“El modus operandi [en India] es obvio – desatender el desarrollo de recursos acuíferos [bajo medidas de austeridad presupuestaria del Banco Mundial], afirmar una “crisis de recursos” y permitir que los sistemas existentes se deterioren.” (Ann Ninan, Private Water, Public Misery, India Resource Center 16 de abril de 2003)

Mientras tanto, los mercados para agua embotellada han sido absorbidos por un puñado de corporaciones, incluyendo a Coca-Cola, Danone, Nestlé y PepsiCo. Estas compañías no sólo trabajan en estrecha colaboración con las compañías de suministro de agua, están vinculadas con las compañías de agronegocios-biotecnología involucradas en la industria alimentaria. El agua del grifo es comprada por Coca-Cola de una instalación municipal de agua y luego revendida al por menor. Se estima que en EE.UU., un 40% del agua embotellada es agua del grifo. (Vea: Jared Blumenfeld, Susan Leal The real cost of bottled water, San Francisco Chronicle, 18 de febrero de 2007)

En India, Coca-Cola ha contribuido al agotamiento de las napas subterráneas en detrimento de comunidades locales:

“Comunidades en toda India que viven cerca de plantas embotelladoras de Coca-Cola están viviendo una severa falta de agua, directamente como resultado de la masiva extracción de agua por Coca-Cola de los recursos comunes de agua subterránea. Los pozos se han secado y las bombas manuales de agua ya no funcionan. Estudios, incluyendo uno del Consejo Central de Agua Subterránea en India, han confirmado el importante agotamiento del nivel freático.

Cuando el agua es extraída del recurso común de napas subterráneas cavando más profundo, el agua huele y gusta de modo extraño. Coca-Cola ha estado descargando indiscriminadamente sus aguas servidas en los campos alrededor de sus plantas y a veces dentro de ríos, incluyendo el Ganges, en el área. El resultado ha sido que el agua subterránea también ha sido contaminada, así como los suelos. Autoridades de la salud pública han colocado letreros alrededor de los pozos y de las bombas manuales informando a la comunidad que el agua no es adecuada para el consumo humano...

Ensayos realizados por una serie de agencias, incluyendo el gobierno de India, confirmaron que los productos de Coca-Cola contienen altos niveles de pesticidas, y como resultado, el Parlamento de India ha prohibido la venta de Coca-Cola en su cafetería. Sin embargo, Coca-Cola no sólo sigue vendiendo bebidas con una dosis de venenos en India (que nunca podrían ser vendidas en EE.UU. y en la UE), también introduce nuevos productos al mercado indio. Y como si no bastara que vende bebidas con DDT y otros pesticidas a indios, una de las últimas instalaciones embotelladoras de Coca-Cola en India, en Ballia, está ubicada en un área con una severa contaminación de arsénico en su agua subterránea. (India Resource Center, Coca-Cola Crisis in India, sin fecha).

En los países en desarrollo, los aumentos en precios de combustibles han aumentado los costos del embotellamiento de agua de grifo por los grupos familiares, lo que por su parte favorece la privatización de recursos acuíferos.

En la fase más avanzada de la privatización del agua, se contempla la propiedad real de lagos y ríos por corporaciones privadas. Mesopotamia no fue sólo invadida por sus amplios recursos de petróleo, el Valle de los dos ríos (Tigris y Éufrates) tiene amplias reservas de agua.

Comentarios finales

Estamos encarando una constelación compleja y centralizada de poder económico en la que los instrumentos de la manipulación del mercado tienen una influencia directa en las vidas de millones de personas.

Los precios de los alimentos, del agua y del combustible son determinados a nivel global, fuera del alcance de la política gubernamental nacional. Los aumentos de precios de esas tres materias primas esenciales constituyen un instrumento de “guerra económica,” realizada a través del “libre mercado” en las bolsas de futuros y opciones.

Estos aumentos en los precios de los alimentos, del agua y del combustible contribuyen en un sentido muy real a “eliminar a los pobres” mediante “muertes por hambre.” Las balas edulcoradas del “libre mercado” matan a nuestros hijos. El acto de matar es instrumentado de un modo indiferente mediante el comercio programado por computadora en las bolsas de materias primas, donde se deciden los precios globales del arroz, el trigo y el maíz.

“La Comisión sobre crecimiento de la población y el futuro de EE.UU.”

Pero no encaramos sólo conceptos de mercado. El estallido de hambrunas en diferentes partes del mundo, resultantes de que los precios de los alimentos y del combustible se han puesto por las nubes, tienen amplias implicaciones estratégicas y geopolíticas.

Al comenzar su mandato en 1969, el presidente Richard Nixon afirmó “su creencia en que la sobrepoblación amenaza gravemente la paz y la estabilidad del mundo.” Henry Kissinger, en aquel entonces consejero Nacional de Seguridad de Nixon, instruyó a diversas agencias del gobierno para que emprendieran conjuntamente “un estudio sobre el impacto del crecimiento de la población del mundo en la seguridad y los intereses de EE.UU. en el exterior.”

En marzo de 1970, el Congreso de EE.UU. estableció una (Comisión sobre el Crecimiento Demográfico y el Futuro de EE.UU. (Vea Center for Research on Population and Security). La Comisión no era una Fuerza de Tareas corriente. Integraba a representantes de USAID, el Departamento de Estado y el Departamento de Agricultura con responsables de la CIA y del Pentágono. Su objetivo no era ayudar a los países en desarrollo sino más bien limitar la población del mundo a fin de servir los intereses estratégicos y de seguridad nacional de EE.UU. La Comisión también veía el control de la población como un medio para asegurar un entorno estable y seguro para los inversionistas de EE.UU. así como para obtener el control sobre los recursos minerales y de petróleo de los países en desarrollo.

Esta Comisión completó su trabajo en diciembre de 1974 y circuló un documento confidencial intitulado “Memorando Estudio 200 de Seguridad Nacional: Implicaciones del Crecimiento Mundial de la Población para los Intereses de Seguridad y Exteriores de EE.UU.” dirigido a “determinados secretarios y jefes de Agencia para su estudio y comentarios.” En noviembre de 1975, el informe y sus recomendaciones fueron refrendados por el presidente Gerald Ford.

Kissinger había ciertamente dado a entender en el contexto del Memorando Estudio 200 de Seguridad Nacional (NSSM 200) que la recurrencia de hambrunas, enfermedades y guerra podrían constituir un instrumento de facto para el control de la población.

Aunque el informe NSSM 200 no asignó, por razones obvias, un rol político explícito a la generación de hambrunas, sin embargo dio a entender que la ocurrencia de hambrunas podría, bajo ciertas circunstancias, suministrar una solución de facto a la sobrepoblación.

“Consecuentemente, aquellos países donde hambre y desnutrición ya están presentes en gran escala enfrentan la triste perspectiva de poca, si alguna, mejora en el consumo de alimentos en los años por venir, a menos que haya un importante programa financiero de ayuda alimentaria, una expansión más rápida de la producción interna de alimentos, una reducción del crecimiento de la población o alguna combinación de los tres factores. Peor aún, una serie de desastrosas cosechas podría transformar algunos de ellos en típicos casos maltusianos con hambrunas que involucrarían a millones de personas.

Aunque la ayuda externa probablemente seguirá estando disponible para encarar situaciones de emergencia a corto plazo, como ser la amenaza de muerte masiva por hambre, es más cuestionable si los países donantes de ayuda estarán dispuestos a suministrar el tipo de ayuda alimentaria masiva requerida por las proyecciones de importación sobre una base continua a largo plazo.

Tasas reducidas de crecimiento de la población podrían evidentemente producir un alivio significativo a más largo plazo...

En los casos extremos en los que las presiones de la población conduzcan a hambrunas endémicas, disturbios por alimentos, y una ruptura del orden social, esas condiciones seguramente no serán favorables para una exploración sistemática de depósitos de minerales o para las inversiones a largo plazo requeridas para su explotación. Fuera de hambrunas, a menos que se pueda satisfacer un cierto mínimo de las aspiraciones populares de mejora material, y a menos que los términos de acceso y explotación persuadan a gobiernos y pueblos de que este aspecto del orden económico internacional “contenga algo para ellos,” es probable que las concesiones para compañías extranjeras sean expropiadas o sometidas a intervenciones arbitrarias. Sea a través de acción gubernamental, conflictos laborales, sabotaje, o disturbios civiles, el flujo sin problemas de los materiales necesarios será puesto en peligro. Aunque la presión de la población obviamente no es el único factor involucrado, estos tipos de frustraciones son mucho menos probables bajo condiciones de un crecimiento lento o nulo de la población.”

(1974 National Security Study Memorandum 200: Implications of Worldwide Population Growth for U.S. Security and Overseas Interests". (énfasis agregado)

El informe concluye con un par de preguntas clave relativas al papel de los alimentos como “un instrumento del poder nacional,” que podría ser utilizado para lograr los intereses estratégicos de EE.UU.:

* “¿Sobre qué base deberían suministrarse esos recursos alimentarios? ¿Se consideraría a los alimentos como instrumentos del poder nacional? ¿Nos veremos obligados a seleccionar a quién podemos razonablemente ayudar, y si es así, deberían los esfuerzos relacionados con la población ser un criterio respecto a una tal ayuda?

* ¿Está dispuesto EE.UU. a aceptar el racionamiento de alimentos para ayudar a quienes no pueden o no quieren controlar el crecimiento de su población?” (Ibíd., énfasis agregado)

En boca de Henry Kissinger: “Controla el petróleo y controlarás a las naciones; controla el alimento y controlarás a la gente.”

ANEXO:

Protagonistas corporativos destacados en este artículo (entre muchos otros actores corporativos importantes):

-Comercio especulativo con petróleo crudo:

Goldman Sachs, Morgan Stanley, British Petroleum (BP), Deutsche Bank, Société Générale, Bank of America, Mercuria, de Suiza

- Privatización del agua:

Infraestructura: Veolia, Bechtel-United Utilities, Thames Water y RWE-AG, de Alemania

-Minoristas, distribución de agua potable: Coca-Cola, Danone, Nestlé y PepsiCo

- Precios de alimentos semillas genéticamente modificadas:

Monsanto, Syngenta, Aventis, DuPont, Dow Chemical, Cargill, Arch Daniel Midland.

- Complejo militar-industrial:

Lockheed Martin, Raytheon, Northrop Grunman, Boeing, General Dynamics, British Aerospace Systems Corporation (BAES)

http://www.globalresearch.ca/index.php?context=va&aid=9191

de la pag http://rcci.net/globalizacion/2008/fg745.htm

Mas patria sojera...y los cuatro jinetes del Apocalipsis

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Del Blog: El galpón del Fafu