Las mujeres han sido hechas para ser amadas, no para ser comprendidas.

Oscar Wilde (1854-1900) Dramaturgo y novelista irlandés.

Quino

Quino

24 abr 2008

El conflicto con el campo y la realidad argentina II

Capitalismo agrario

El conflicto del campo es estructural y radica en el nuevo auge del capitalismo agrario así como en las condiciones históricas de Argentina. Las consecuencias del modelo sojero

Para tratar el conflicto que se viene agudizando en nuestro país desde hace dos semanas -la pulseada entre “los hombres de campo” y el gobierno “nacional y popular” de Kristina Kirchner- debemos afirmar claramente que no se trata de un tema coyuntural solo alrededor de las retenciones móviles a las exportaciones. Si debemos decir que el problema es estructural, tanto de nuestro país como de la lógica y dinámica del capitalismo como sistema mundial y en constante expansión.

Decimos estructural en primer lugar ya que la concentración de la tierra en pocas manos históricamente en la Argentina fue descomunal: grandes extensiones de tierras, el territorio dividido en grandes latifundios, en su mayoría improductivos y repartidos entre las grandes familias militar-oligarca- terratenientes, siempre de espaldas a las necesidades del pueblo y auto despojados de todo sentido patriótico, es el sello distintivo de la historia del sector agrario.

El problema del campo en la Argentina data desde su misma gestación como Estado moderno. El genocidio de los pueblos originarios en el S. XIX que tiene como mayor expresión de ello al Gral. Julio A. Roca y la campaña militar conocida como “la conquista del desierto”, tenia como objetivo político-económico ampliar las fronteras y repartir el terreno conquistado a sangre y fuego entre la oligarquía de Buenos Aires. No debemos olvidar el profundo contenido racista, asesino, y genocida –“modernizador- civilizador” - que caracterizó de forma criminal y brutal a esa empresa.

En segundo lugar es estructural también tomando como medida de análisis al capitalismo y caracterizándolo como un sistema de lógica y funcionamiento a escala mundial desde sus mismos albores y tan evidentemente imperialista en este momento histórico.

Desde esta perspectiva podemos dar cuenta del hecho que desde hace unos años en los países latinoamericanos y muy especialmente en los países del cono sur del continente (Brasil, Paraguay, Argentina entre otros), en algunas regiones mas intensamente y con anterioridad, se viene dando lo que se ha llamado el nuevo auge del capitalismo agrario.

¿Quién es la “estrella” que encabeza esta problemática?

La SOJA.

-La plantación de monocultivos a escala cada vez mayor con su escasa utilización de mano de obra rural;

-el uso de agro tóxicos que dañan no solo el suelo sino también a la población circundante de las plantaciones;

-población acechada por las fumigaciones aéreas y obligada a migrar a las grandes ciudades y vender sus pequeñas chacras, si es que algo poseían;

-la deforestación masiva de bosques y montes y la represión sufrida de los pueblos originarios inclusive con grupos parapoliciales o de “seguridad privada” para obligarlos a abandonar sus fuentes de alimento y cultura;

-las nocivas consecuencias para el medio ambiente a raíz del desmonte; Son algunas de las consecuencias de este auge del capitalismo agrario en nuestro país.

Y detrás de esta incursión del capitalismo en el campo ¿Quién se encuentra?

Las empresas multinacionales como Cargill y Monsanto -esta última la misma que fabricaba las bombas de Napalm que el imperialismo norteamericano tiraba en Vietnam-, en definitiva, el imperialismo económico, los grandes monopolios multinacionales que producen los paquetes de semillas transgénicas y agrotóxicos.

La posibilidad de producir combustibles a partir de alimentos, de exportar granos y soja a los mercados de mayor demanda de estos productos a precio internacional, la posibilidad de realizar las plantaciones de monocultivos en terrenos donde antes nada se podía plantar y el total desprecio por el mercado, el consumo, y las necesidades internas de la mano del afán de lucro tanto de los grandes productores como de hombres de negocios que dada la rentabilidad de esta rama del campo han decidido invertir en la plantación de soja, alquilando temporalmente pequeños extensiones de tierra cuyos dueños no cuentan con capital –ni créditos- para producirlos, sin respetar la rotación de cultivos, y dejando el suelo al cabo de unos años, inutilizable, son algunos de los rasgos de esta situación.

Las retenciones a las exportaciones son indiscriminadas, sin tener en cuenta la diferencia que existe entre los grandes y los medianos y pequeños productores. Eso es cierto. La ira de muchos medianos y pequeños chacareros es entendible y justificable ya que los impuestos son realmente altos pero debemos entender que el problema no es solo a causa de las retenciones. Lo que esta en juego de manera general es todo el sistema tributario de nuestro país, completamente regresivo y antipopular y de manera específica la tendencia a la concentración de la tierra de la mano de los agro-negocios. Un número cada vez mayor de pequeños productores, campesinos, y trabajadores rurales son desplazados del mercado y de sus tierras.

Tanto las organizaciones gremiales del campo como el gobierno “nacional y popular” son cómplices de estas cuestiones.

Dónde estaban las organizaciones ruralistas cuando miles de pobladores, campesinos, originarios, pequeños chacareros eran expulsados de sus fuentes de trabajo debido a la quiebra o las amedrentaciones inclusive atentando contra su vida? ¿No sigue sucediendo eso? ¿O de eso no se habla?

¿Y acaso el gobierno nacional no sustenta su política económica gracias a las retenciones a las exportaciones, en la plantación de monocultivos transgénicos como la soja, en complicidad con las empresas multinacionales en el saqueo agro-exportador?

El mismo gobierno que dice enfrentar a la gran oligarquía rural alegando y justificando las retenciones para distribuir la riqueza, pero que en realidad es cómplice de las grandes multinacionales y los grandes terratenientes que poco sienten este sistema tributario regresivo que perjudica a los pequeños productores, y a todos los trabajadores.

¿Dónde esta la redistribución de la riqueza?

¿En el banco central, inflando las arcas del Estado con superávit fiscal y miles de millones de dólares de reservas?

¿Distribuir la riqueza es acaso pagar la deuda externa?

¿Financiar y subsidiar a las grandes empresas privadas mientras el bolsillo de los trabajadores cada vez tiene menos capacidad de compra debido a la inflación que el mismo gobierno trata de ocultar tomándole el pelo a todo el pueblo?

Hay que apoyar a los pequeños productores, su lucha es una lucha histórica y estructural para nuestro país pero ellos deben apoyarse en los sectores populares, en los trabajadores, en las organizaciones campesinas, los piqueteros combativos, los estudiantes, los ecologistas, los movimientos de derechos humanos y no en las organizaciones de terratenientes oligarcas y los grandes monopolios.

-La lucha del campo, es la lucha por la repartición y democratización de la tierra,

-por la reforma agraria contra el latifundio,

- contra el saqueo agro-exportador y sus cómplices locales,

-por el retorno a sus tierras de los millones de desplazados que engordan los cinturones de pobreza de las grandes ciudades.

-es la lucha por el derecho a su tierra de los pueblos originarios.

-por el campo al lado de las necesidades de todo nuestro pueblo impulsando la soberanía alimentaria.

Reiteramos: el problema del campo es estructural, tanto de la composición de nuestro país como del funcionamiento del capitalismo a escala mundial e insistimos en que el gobierno nacional y las organizaciones de la oligarquía terrateniente son cómplices junto a las empresas trasnacionales de los agro-negocios.

Las consecuencias del modelo sojero van a ser nefastas para la fertilidad de nuestras tierras, para el desabastecimiento de los productos de consumo masivo, para la profundización de las desigualdades y la pobreza en tan solo pocos años si no hacemos algo para cambiar este sistema de producción y concentración de riqueza.

Buenos Aires, 27 de marzo de 2008

Lucio L. Madariaga

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